La Gracia: El Poder del Evangelio 

El Evangelio es el mensaje más básico y fundamental del Nuevo Testamento, y sin embargo es el más malentendido. El sistema religioso de hoy no predica el mismo Evangelio que Pablo. Lo mezclan con la Ley, y eso no es el Evangelio. 

El libro de Romanos fue escrito para explicar el Evangelio de manera que cualquiera pudiera entenderlo. Pablo, el escritor, lo hizo tan sencillo que alguien tendría que ayudarte a malentenderlo. Y, desafortunadamente, ¡hemos tenido mucha ayuda! 

Pablo comenzó con esta declaración en Romanos 1:16

 “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío, primeramente, y también al griego”. 

Esta es una declaración radical. La palabra "evangelio" en el griego original es una palabra que rara vez se usaba en la época en que esto fue escrito. Nadie hablaba así, porque la palabra significa literalmente noticias casi demasiado buenas para ser verdad. Se refería a noticias tan asombrosas que nada justificaba su uso. Nada era demasiado bueno para ser verdad. 

Pero Pablo dijo que no se avergonzaba del Evangelio. ¿Por qué? "Porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío, primeramente, y también al griego". El Evangelio es el poder de Dios, y eso es hablando de la gracia. Hechos 20:24 y Gálatas 1:6 ambos usan los términos "evangelio" y "gracia" indistintamente. Esto está diciendo que cuando entiendes el Evangelio, o la gracia de Dios, liberará el poder de Dios en tu vida. ¡Esto es maravilloso! 

El siguiente versículo en Romanos 1 dice: 

“Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” 

Nota que la justicia no se revela por Ley y para Ley, por buena acción y para buena acción, es revelada por fe y para fe. Aquí hay un dato importante para considerar: El pecado no detendrá el poder de Dios para traer salvación a tu vida, pero confiar en tus buenas obras sí lo hará. Eso es lo que significa "la justicia de Dios se revela por fe y para fe". Has recibido la justicia de Dios por gracia a través de la fe (Efesios 2:8). Dios no retirará Su poder a causa del pecado en tu vida. Por eso son noticias casi demasiado buenas para ser verdad. 

Cuando hablas así, con personas que tienen una mentalidad religiosa inmediatamente dicen: "Bueno y, ¿qué pasa con el pecado? Esto suena como si le estuvieras dando a la gente una licencia para pecar". ¡No es así! La realidad es que, ¡la gente peca sin licencia! No estoy defendiendo el pecado. Pero, mira, esta es la reacción inmediata cuando empiezas a hablar de la justicia por la fe. Piensan que las personas deben estar conscientes de su pecado y de la ira de Dios. 

Pero es por eso que Pablo dice en los siguientes versículos: 

“Porque la ira de Dios se revela [ahora] desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; [19] porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó”. 

Romanos 1:18-19, paréntesis míos.  

Noten que dice que les es manifiesto, a ellos, porque Dios se los ha manifestado. Dios ha puesto en cada persona que alguna vez ha respirado un conocimiento intuitivo de que son pecadores y que merecen rechazo en lugar de aceptación. No hace falta decírselo a la gente; ya lo saben. 

No fuimos llamados a convencer a la gente de su pecado, sino a convencerlos de que la única manera de obtener la justicia, o la posición correcta, con Dios es por medio de la fe en lo que Jesús hizo por ellos, y no por algo que hayan hecho. Por eso dedico tanto tiempo a esto, y es en lo que se enfocan muchas de mis enseñanzas. 

Veamos Lucas 18:9-14 para verificar esto:  

“A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: [10] Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. [11] El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; [12] ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. [13] Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. [14] Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido”. 

Esta es una parábola poderosa. Permíteme preguntarte: ¿Eres como el fariseo o como el publicano? No me refiero a tus acciones, sino a tu confianza. ¿Confías en lo que haces por el Señor o en lo que Él ha hecho por ti? Si una persona está poniendo su fe en todos sus actos religiosos, toda su santidad, entonces eso terminará bloqueándolos de la justicia y la relación con Dios. Pero la persona que tal vez no ha sido tan buena, pero se ha humillado y ha clamado a Dios, esta es la que recibirá una posición correcta con Dios. 

Esto es lo que dice en Romanos 9:30-32: 

“¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; [31] más Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. [32] ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley”. 

Esto dice que hay dos tipos de justicia: una justicia por la fe y una justicia que viene por la Ley. La justicia por la Ley es una justicia basada en el comportamiento. Otra manera de decirlo es "justicia propia". La verdad es que nadie puede comportarse lo suficientemente bien como para obtener la justicia por la Ley, porque la Biblia dice en Isaías 64:6 que "todas nuestras justicias son como trapos de inmundicia". Y Santiago 2:10 dice que, si guardas la Ley y sin embargo ofendes en un punto, eres culpable de quebrantarla por completo. En otras palabras, si hicieras noventa y nueve de cien cosas bien y una cosa mal, de acuerdo a la Ley de justicia, serías injusto. ¡PERO! Si pusieras tu fe en Jesús, recibirías Su justicia, justicia por la fe, ¡aunque hicieras noventa y nueve de cien cosas mal! ¡Que pacto! 

Muchas personas hoy en día no se consideran a sí mismos que están buscando la justicia de la Ley, pero la verdad es que sí. Su única esperanza para entrar al cielo en vez del infierno es que van a la iglesia, tratan de ser buenos y viven de acuerdo a cierto estándar de moralidad. A esto se refiere cuando dice que los judíos no buscaban la justicia por la fe, sino por la Ley. Estaban tratando de ganarse lo que Dios les había dado como un regalo.  

El resto de Romanos 9:32 dice: 

“...pues tropezaron en la piedra de tropiezo”. 

Esto es ofensivo para la gente, particularmente si hacen muchas acciones santas, cuando les dices que todas sus buenas acciones no los hacen justos ante Dios. Por eso, cuando les dices que los pecadores que sólo ponen su fe en Cristo son más justos que ellos (Mateo 21:28-32), ¡eso realmente los molesta!  

Dicen: "¿Quieres decir que no soy mejor que la persona que ha estado viviendo en pecado?". 

Justamente eso estoy diciendo. Eso es exactamente lo que Pablo y Jesús dijeron. 

"Entonces, ¿de qué sirve todo lo que he hecho?" 

Las buenas obras te ayudarán, hasta cierto punto, en tu relación con las personas, pero no te darán ninguna posición con Dios. Podrías tener más buenas acciones que cualquiera que conozcas, pero ¿quién quiere ser el pecador más bueno que haya ido al infierno? Todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios (Rom. 3:23). 

¡Necesitamos un Salvador! Lo único que podemos ofrecer es fe. Simplemente creemos la noticia casi demasiado buena para ser verdad de que Jesús murió por nosotros y pagó una deuda que no podíamos pagar y nos dio una justicia que no podíamos ganar. Esa es la justicia por fe. 

"Bueno, yo creo en Jesús, pero también creo que tengo que vivir en santidad para ser aceptado por Dios". 

Eso es decir que el pago que hizo Jesús por el pecado no fue suficiente, sino que tienes que añadir a lo que Jesús ha hecho, ¡y yo creo que ese es el pecado más grande de todos! Jesús pagó por todo o no pagó por nada. No es Jesús más tus obras; ¡o es Jesús o eres tú! No eres tú haciendo lo mejor que puedes y luego Jesús compensa la diferencia con gracia y misericordia. Si tratas de mezclar los dos, has contaminado totalmente lo que Jesús ha hecho. Es la justicia por fe o tu justicia, pero no una combinación de las dos (Romanos 11:6). 

Se necesita una revelación sobrenatural del Espíritu Santo para poder entender esto. Pero una vez que lo hagas, transformará la manera en que ves a Dios, cómo te relacionas con Dios, y cómo recibes de Dios. El Evangelio es el poder de Dios para salvación. Te animo a que te humilles y le pidas a Dios una revelación sobrenatural de esta verdad. Es tremendo. 

Cuando realmente te aferras a la gracia de Dios, te garantizo que te liberará del pecado, no te liberará para pecar. Terminarás viviendo más piadosamente por accidente de lo que nunca pudiste vivir a propósito. Servirás a Dios por amor de una manera más estricta y fuerte de lo que jamás lo hubieras hecho con el legalismo. 

Jesús dijo: conoceréis la verdad y la verdad os hará libres (Juan 8:32). No es la verdad la que te libera; es la verdad que conoces la que te libera. Pero antes de conocerla, tienes que oírla. La fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios (Rom. 10:17). Te ánimo a que puedas conocer esta verdad que te libera y experimentes la gracia, el poder del evangelio.  

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