¿A Quién Conoces?

Juan 9:28-30

“Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos.”

Juan 9:30

La “prueba de fuego” para saber si alguien es de Dios, son sus acciones. Las acciones de Jesús fueron tan milagrosas y abrumadoramente consistentes con la Palabra de Dios que cualquier duda sobre si Él venía de Dios debió ser dejada a un lado. Pero aquí, como en Marcos 7:13, los fariseos y algunos de los maestros de la ley habían exaltado sus propias tradiciones por encima de la Palabra de Dios, haciendo así que la Palabra de Dios no tuviera ningún efecto en sus propias vidas. Al igual que ellos, los teólogos de hoy en día son a veces los últimos en aceptar un movimiento de Dios si este contradice o representa un reto para sus creencias tradicionales, pero, ayer como hoy “la gente común le oía de buena gana” (Mr. 12:37).

En asuntos espirituales, una persona puede instruirse en teología hasta el punto de “dañarse más que bendecirse”. Es posible ganar una batalla teológica y, sin embargo, perder la guerra por el corazón de una persona, porque “la ciencia engrandece, pero la caridad edifica” (1 Co. 8:1). Las discusiones sobre puntos de teología suelen distraer de las cuestiones más importantes. No hay ganancia en la ignorancia, pero el amor es infinitamente superior al conocimiento. Debemos aprender todo lo que podamos, pero debemos hacer de nuestro conocimiento un siervo del amor. “El mayor de ellos es el amor” (1 Co. 13:13).

No dejes que tu búsqueda de conocimiento te aleje hoy de conocer a Dios. Lo que sabes no es tan importante como a quién conoces, ¡especialmente hablando del Señor! Tu meta más importante en la vida debe ser amar a Dios y conocerlo personal e íntimamente.

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