¿Cuál es tu excusa?
Jeremías 1:4-10
Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.
Jeremías 1:6
Dios acababa de revelarle a Jeremías que lo había creado para un propósito específico. Lo había santificado y ordenado para ser profeta de la nación de Israel. ¡Qué noticia tan maravillosa! Qué asombroso saber que Dios tenía un propósito especial cuando lo creó. No fue un accidente. Fue creado para cumplir una obra para el Señor.
Sin embargo, Jeremías no se sintió bendecido por esta noticia: se sintió intimidado. Quería salirse del plan de Dios para su vida. Pensó que el llamado era demasiado grande para él, pero la verdad es que, si tu llamado no es más grande de lo que crees que puedes lograr por ti mismo, ¡entonces probablemente no es Dios! Dios es un Dios grande y nos llama a cosas grandes. Nosotros pensamos en pequeño, y Dios piensa en grande. Gracias a Dios, Él es quien nos da el poder y nos permite hacer lo que nos llama a hacer.
Jeremías protestó diciendo que era solo un niño y que no podía hablar. En realidad, era un hombre adulto en ese momento. Se refería a su creencia de que era inadecuado para la tarea. Moisés se justificó de la misma manera con Dios (Ex. 4:10). Seguramente todos hemos intentado decir que “no podemos” por diversas razones, pero el Señor ordenó a Jeremías que nunca más dijera que era incompetente.
Ninguno de nosotros puede cumplir la voluntad de Dios por sí solo, pero ninguno de nosotros está solo cuando nos sometemos a la voluntad de Dios. Él nos da unciones y dones especiales para cumplir Su voluntad. Todo lo que tenemos que hacer es someternos a Él, y Él hará el resto.
¿Sabes cuál es la voluntad de Dios para tu vida? ¿Qué te falta para cumplirla?
¡No estás solo en esto! No intentes cumplir tu llamado con tus propias fuerzas y no vuelvas a excusar tu desobediencia con tu debilidad. En lugar de eso, sométete a Él y sigue adelante.
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