Dios te Ama
Mateo 18:12-14
“Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que, se pierda uno de estos pequeños.”
Mateo 18:14
Una de las mayores verdades de la Biblia, y también una de las más difíciles de comprender, es que somos objeto del amor de Dios. Dios no se compadeció de nosotros ni sintió la obligación moral de salvarnos. Nos salvó porque nos ama infinitamente (Jn 3:16). Él ama a las personas, incluso ama a quienes se han descarriado. Como dijo Jesús en una parábola similar (Lc. 15:7): “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”.
Una vez que experimentamos el poder de Cristo que nos cambia la vida, tenemos tendencia a volvernos duros e impacientes con los demás que siguen viviendo sus vidas sin Él. A veces olvidamos que fue el amor y la bondad de Dios lo que nos llevó al arrepentimiento (Ro. 2:4), y nos convertimos en jueces condenadores de los perdidos. Esta no es la actitud que Jesús tuvo, ni es la actitud que Él quiere que tengamos.
“Incluso cuando estábamos espiritualmente muertos a causa de nuestros pecados, la paciencia de Dios obraba en nuestro favor. Fue tolerante, paciente y bondadoso con nosotros. Dios abundaba excesivamente en buena voluntad, compasión y deseo de ayudarnos. Su disposición era bondadosa, compasiva y perdonadora en su trato hacia nosotros. Él quiso aliviar nuestra angustia y traer alivio de nuestros pecados. Nos dio vida en lugar de muerte. Fue con Cristo que esta salvación fue asegurada. Por gracia, bondad y favor somos salvos. Todo esto fue el resultado del grandísimo amor con que Dios nos amó, buscando siempre nuestro bienestar y mejora. Dios nos quiere”. (Ef. 5:2 parafraseado por Don Krow).
Pase lo que pase hoy, ¡recuerda cuánto te ama Dios!
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