La comunión es sagrada

Lucas 22:19

Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.

Lucas 22:19

El pan de la comunión simboliza el cuerpo de Jesús, que fue partido por nosotros en Sus sufrimientos. No solo murió por nosotros en la Cruz, sino que también llevó en la espalda treinta y nueve llagas por las cuales hemos sido sanados (1 P. 2:24). La comunión debe recordarnos la salvación emocional y física que Jesús nos proporcionó.

La Cena del Señor procede por un lado de la cena de Pascua que se celebraba solo una vez al año. Sin embargo, la iglesia cristiana primitiva participaba de la Cena del Señor semanalmente y a veces diariamente. No hay una frecuencia específica para la Comunión prescrita en las Escrituras.

Al participar, recordamos solemnemente la muerte del Señor, así como nuestra unión con Él en esa muerte. Morimos con Él y resucitamos con Él a la vida eterna que hoy podemos disfrutar (Col. 1:12). Participar del pan es participar de Su sanidad y pureza, porque Su cuerpo fue partido para que el nuestro pudiera ser íntegro. Participar del vino es participar de Su justicia que Su sangre derramada nos regaló.

La comunión es una de las más poderosas profesiones de fe en la obra redentora de Jesús, y 1 Corintios 11:27 nos dice que no debemos tomarla a la ligera. Hoy te invito a recordar la forma milagrosa en que Jesús te salvó y transformó tu vida. Y siempre que tengas la oportunidad o sientas la unción de participar en la Cena del Señor, haz que sea el momento especial con el Señor que Él quiso que fuera.

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