Permite que Dios te ministre

Juan 13:5-8

Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.

Juan 13:8

La negativa de Pedro a dejar que Jesús le lavara los pies se debió a que sabía que era totalmente indigno de que el Hijo de Dios, sin pecado, le sirviera como un simple siervo. Pedro estaba en lo correcto al evaluar su ‘valor relativo’, pero lo que no entendió fue que Dios no nos sirve por nuestro valor, sino por Su amor.

Aunque la actitud de Pedro parecía santa y humilde, en realidad estaba resistiendo la voluntad de Dios y siendo orgulloso. Ser orgullo es ser egocéntrico y obstinado en vez de estar enfocado en Dios y sometido a la voluntad de Dios. Pedro debería haber sido lo suficientemente humilde como para saber que Jesús sabía lo que estaba haciendo. En vez de eso, él pensó que sabía más.

Este mismo orgullo hace que muchos cristianos se nieguen a dejar que Dios los bendiga, pensando que no son dignos de Su favor. Si bien es cierto que el comportamiento humano no puede justificar la bondad de Dios, como hijo o hija de Dios recibirás más bendiciones del Señor cuando las recibas como una expresión de Su amor y gracia hacia ti.

La falsa humildad es tan dañina como el orgullo exagerado. Pedro quería servir a Jesús, pero era demasiado orgulloso para ser servido por Jesús. Jesús le estaba diciendo a Pedro que a menos que recibiera Su ministerio para él, Pedro no sería apto para servirle. Simbólicamente Él estaba diciendo: “Pedro, tú no puedes limpiarte a ti mismo. Debes permitir que Yo lo haga”.

Tú no puedes limpiarte a ti mismo, y mucho menos limpiar a otros. Hoy te animo a que seas totalmente dependiente de la obra de la gracia de Dios en tu vida, y Él te limpiará y equipará para ministrar a otros. Antes de que puedas ser la bendición que deseas ser para Dios o para la gente que te rodea, tienes que permitir que Dios sea la bendición que Él desea ser para ti.

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