Los Hijos de Abraham

Juan 8:33-38

“Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros.”

Juan 8:37

El pueblo judío era descendiente físico directo de Abraham. Sin embargo, como ocurre con tantas verdades bíblicas, el pacto abrahámico era mucho más profundo de lo que aparentaba a simple vista. En verdad, algunos judíos no eran hijos espirituales de Abraham.

El Espíritu Santo reveló a través del apóstol Pablo en Gálatas 3:16 y 29 que el pacto de Dios era con Abraham y su “simiente”, o ‘un descendiente’, que era Jesús. Nadie llegó a ser heredero de las promesas de Dios por su nacimiento natural. Antes de que Jesús se entregara como ofrenda por nuestros pecados, los santos del Antiguo Testamento fueron justificados por la fe en las promesas de Dios que señalaban al Mesías que estaba por venir. Después de la muerte y resurrección de Jesús, los santos del Nuevo Testamento son justificados por la fe en Jesús y Su obra terminada. Nadie se ha salvado por causa de su herencia natural.

Los que han nacido de nuevo por la fe en Jesús han sido circuncidados en sus corazones (Col. 2:11-12), y estos son los verdaderos judíos. No son judíos en nacionalidad o religión, pero los gentiles que están unidos a Cristo en el nuevo nacimiento son ahora el verdadero pueblo de Dios. Cualquiera que es salvo por la fe en Jesús es ahora simiente de Abraham y heredero según la promesa (Ga. 3:16, 22, 26-29).

Esto no deja lugar a dudas de que la iglesia es ahora el pueblo elegido de Dios en la tierra. Esto no significa que Dios haya abandonado a los descendientes físicos de Abraham. Todavía hay profecías para la nación de Israel que se cumplirán. Sin embargo, la iglesia del Nuevo Testamento, compuesta de judíos y gentiles, es ahora el reino de Dios en la tierra. Todos somos Suyos.

Hoy puedes reflexionar sobre la verdad de que como creyente nacido de nuevo en Jesucristo, eres un verdadero judío y heredero de todo lo que Dios le prometió a Abraham.

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