Hijos o Esclavos

Juan 8:34-36

“Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.”

Juan 8:34

El diablo ha estado engañando al mundo sobre el pecado desde el Huerto del Edén cuando le dijo a Eva que a través del pecado ella sería como Dios. El tiempo ha demostrado, y no solo a Eva sino a cada uno de nosotros, que esto no es cierto. El pecado trae muerte, no vida. Jesús también dejó claro que el pecado esclaviza. Nos convertimos en esclavos, no solo del pecado en sí, sino del autor del pecado: el diablo. O somos siervos de Dios por la obediencia o siervos del diablo por el pecado.

Jesús compara la atadura que produce el pecado con ‘la esclavitud’, y describe la libertad que viene al servir a Dios con ‘ser un hijo amado’. Nadie dudaría de que ser hijo es mejor que ser esclavo. Del mismo modo, obedecer a Dios es mejor que ceder al pecado. La verdadera libertad solo se encuentra sirviendo a Dios. Sin embargo, la gente sigue cayendo en la mentira de Satanás de que el pecado es la verdadera libertad. Él nos ha engañado a todos en un momento u otro, haciéndonos pensar que Dios es un tirano que realmente no quiere que disfrutemos de la vida y, en consecuencia, nos prohíbe hacer ciertas cosas ‘divertidas’. Al creer esta mentira, desobedecemos a Dios (o pecamos) en nombre de la libertad, pero es una libertad falsa y efímera, ¡con terribles consecuencias!

La Palabra de Dios y la experiencia personal demuestran concluyentemente que la paga del pecado es la muerte (Ro. 6:23). Jesús está despojando al pecado de cualquier glamour con el que el diablo pueda disfrazarlo. El pecado trae esclavitud, pues la única libertad verdadera se encuentra en Jesús. Él no solo se ocupó del pecado original que contaminó a la raza humana, sino que también se ocupó de cada acto individual de pecado.

Si hoy en día ya naciste de nuevo, ¡estás caminando en verdadera libertad! Tienes la naturaleza de Dios para hacer lo correcto y Su amor que te hace desear hacer lo correcto. Agradece que eres un hijo o hija de Dios y ya no eres un esclavo del diablo y del pecado.

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