Perdón Ilimitado
Mateo 18:21-35
“¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?”
Mateo 18:33
Pedro pensó que estaba siendo muy generoso al ofrecerse a perdonar a su hermano siete veces en un día, pero Jesús le dijo que debía perdonarlo 490 veces en un día. Por supuesto, sería imposible que alguien pecara contra ti 490 veces en un día. En realidad, Jesús estaba diciendo que no debería haber límites para el perdón.
Cuando nos sentimos ofendidos o heridos, a menudo nos sentimos justificados para guardar rencor. La ley del Antiguo Testamento expresaba esto cuando decía: “Ojo por ojo, diente por diente” (Ex. 21:23-25). Hasta que no se pagaba la ofensa, la gente no se sentía libre para perdonar; sin embargo, Dios repartió todas las ofensas colocando el pecado sobre el Salvador perfecto, que fue juzgado en nuestro lugar. Ser tan perdonados por Dios y luego exigir que los demás se ganen nuestro perdón no es propio de Cristo. Él murió por los pecados de cada persona, extendiéndonos el perdón mientras aún éramos pecadores, y nosotros debemos hacer lo mismo.
La idea central de esta parábola es que, cuando la gente nos agravia, debemos recordar la gran misericordia que Dios ha tenido con nosotros y responder del mismo modo. Cualquier deuda que se nos pueda deber es insignificante comparada con la deuda por la que Él nos perdonó. Debemos tener compasión de los demás como Él la tuvo de nosotros.
Se te ha dado el perdón ilimitado de Dios a través de la sangre derramada de Jesús. Deja que la realidad de esta verdad resuene hoy en tu corazón, y si alguien te ofende o te hace daño, esa verdad te permitirá perdonarle rápidamente. Esta es una de las principales maneras en que crecerás en Dios y te convertirás en un testigo maduro de Jesucristo. Al perdonar a aquellos que te causan daño de cualquier manera, estás permitiendo que el amor de Jesús fluya libremente a través de ti hacia ellos.
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