Siempre sé agradecido

Romanos 1:16-25

Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.

Romanos 1:21

Una vez que conocemos a Dios debemos seguir siendo agradecidos. ¿Por qué es esto tan importante?

Una persona agradecida reconoce lo que otra persona ha hecho por ella, se da cuenta de la contribución del otro. Por lo tanto, una persona agradecida es una persona humilde. La humildad es una necesidad en el reino de Dios. Una de las estratagemas más fuertes del enemigo es tratar de hacernos creer que podemos lograrlo por nosotros mismos. El agradecimiento nos recuerda constantemente que Dios es nuestra Fuente. No somos hombres y mujeres ‘hechos a sí mismos’; el Señor nos dio la vida, la salud, los talentos y las oportunidades. Debemos estar agradecidos.

Las personas que no son agradecidas se vuelven vanidosas en su imaginación. Pierden la perspectiva de Dios como su Fuente y comienzan a imaginar que es alguna virtud propia la que los promovió. Se mueven del fundamento de la fe en el Señor, y mientras continúan construyendo, están destinados a caer.

Las personas agradecidas aprecian a los demás y lo que hacen por ellos. En relación con Dios, una persona agradecida sabe que “ni del oriente ni de occidente, ni del desierto viene el enaltecimiento (la promoción). Mas Dios es el juez; a este humilla, y a aquel enaltece” (Sal. 75:6-7).

¿Quién es tu fuente? Puedes saberlo por quién o por qué estás agradecido. 

Acostúmbrate a comenzar y terminar cada día dando gracias a Dios por todo lo que ha hecho, por todo lo que está haciendo y por todo lo que va a hacer por ti. Así nunca te engañarás pensando que estás solo en la vida.

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