Somos uno en Cristo

Juan 12:20-23

Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.

Juan 12:23

Felipe y Andrés acababan de informar a Jesús de que algunos griegos o gentiles le buscaban en la fiesta. Él había ministrado a otros gentiles, pero esta es la primera vez que los gentiles vinieron específicamente a buscarlo a Él en lugar de lo que Él podía hacer. Aparentemente, esto fue una señal adicional para Jesús de que Su tiempo había llegado y ya no podía limitar Su ministerio a los judíos. Por lo tanto, Él hizo declaraciones acerca de Su muerte y glorificación que romperían la pared que dividía judíos y gentiles.

Había una pared física de división que simbolizaba esta separación en el Templo de Jerusalén. Los gentiles podían entrar en una zona designada del Templo conocida como el Patio de los Gentiles, pero un muro de piedra, de unos dos metros de altura, les impedía ir más allá. Un letrero colocado ante el muro decía: “Ningún hombre de otra nación debe entrar, y el que sea sorprendido tendrá la culpa de su muerte”.

Muchos reglamentos y normas separaron a judíos y gentiles durante siglos, pero la obra de Cristo en la Cruz abolió esa barrera al eliminar la Ley: “Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante Su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba, pues anuló la ley con Sus mandamientos y requisitos. Esto lo hizo para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad al hacer la paz” (Ef. 2:14-15 NVI).

En la Iglesia del Nuevo Testamento, “Todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Ga. 3:28). El mundo intenta unir a las personas de todas las maneras posibles, pero solo Jesús destruyó esa barrera e hizo que las personas fueran una mediante la inhabitación del Espíritu Santo. Hoy puedes celebrar el hecho de que formas parte del cuerpo de Cristo, el “único hombre nuevo”, formado por todo tipo de personas a lo largo de los siglos.

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