¡Asegúrate que están muertos!

1 Samuel 17:48-58

Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron.

1 Samuel 17:51

Luchamos contra gigantes todos los días, pero a menudo cometemos el error de retirarnos antes de terminar la batalla. En lugar de destruir a nuestros enemigos, simplemente los perseguimos hasta perderlos de vista y los dejamos ir para que vuelvan y luchen otro día. David declaró: “Perseguí a mis enemigos y los alcancé; y no volví hasta acabarlos” (Sal. 18:37). La mejor ilustración de esta verdad en la vida de David fue cuando luchó contra Goliat.

David sentía un odio santo por su enemigo. No solo trataba de asustarlo, ¡quería matarlo! David no fue tímido, ¡corrió hacia Goliat! Lanzó la piedra con valentía y Dios se aseguró de que diera en el blanco. Goliat, el gigante de Gat, cayó de bruces ante ambos ejércitos. Pero David aún no había terminado.

Las Escrituras no lo especifican, y Goliat pudo o no haber muerto en ese momento. Los filisteos, que estaban en las montañas vigilando, no podían asegurarlo; así que David decidió no dejar lugar a dudas. Se subió al gigante, desenvainó la espada de Goliat y le cortó la cabeza. Una vez que David tuvo la cabeza del gigante en su mano, nadie tuvo duda de quién había muerto y quién había vencido.

La Biblia dice que Jesús hizo lo mismo con el diablo. “Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Col. 2:15). Hoy camina en la victoria que Él ya obtuvo para ti. Si has estado luchando contra algo y has obtenido algún alivio, no te rindas hasta que estés experimentando todo lo que Jesús murió para darte.

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