Una relación correcta con Dios
Mateo 21:23-30; Marcos 11:27-33; 12:1-2; Lucas 20:1-9
Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue.
Mateo 21:28-30
Hubo muchas maneras en que Jesús les mostró a los líderes religiosos que no tenían una relación correcta con Dios. En esta parábola reveló quién hacía verdaderamente la voluntad de Dios. No era el hijo que hablaba de ello en voz alta; era el hijo que pudo haber comenzado en rebelión, pero luego se arrepintió e hizo la voluntad de su Padre sin alardear al respecto.
Estos líderes tenían una ‘piedad’ como la del segundo hijo de esta historia, pero no estaban haciendo la voluntad de Dios. Los publicanos y las rameras no aparentaban ninguna forma de piedad, pero cuando fueron confrontados con la predicación de Juan, muchos de ellos se arrepintieron y comenzaron a hacer la voluntad de Dios como el primer hijo de esta historia.
Estos judíos religiosos, que se sentaban bajo la enseñanza de Moisés, se descalificaron a sí mismos para ser los representantes de Dios aquí en la tierra debido a su hipocresía y dureza de corazón. Incluso los publicanos y las rameras que se arrepintieron estaban por delante de ellos. No hay pecado más frecuente entre los religiosos que el de la justicia propia: honran al Señor con la boca cuando sus corazones están lejos de Él (Mt. 15:8). Pecadores terribles se arrepentían y entraban en el reino de Dios antes que los judíos religiosos, porque sabían que eran pecadores y ponían su fe en Jesús. Una de las cosas más mortales de la arrogancia religiosa es el engaño de que seremos salvos por nuestras buenas obras. No podemos salvarnos a nosotros mismos a pesar de lo buenos que seamos.
Hoy te animo a recordar cómo fuiste salvo y quién te salvó. Si te mantienes humilde, sabiendo que tienes una relación correcta con Dios gracias a Jesús, en lugar de vivir continuamente bajo la presión de probar que ‘estás bien con Dios’, tu corazón se llenará de gozo y alabanza por Aquel que te puso en una relación correcta con Dios.
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