La Administración de las Finanzas

La Palabra de Dios tiene más que decir sobre las finanzas que sobre el cielo y el infierno. Jesús dijo que confiar en Él con nuestro dinero era el uso mínimo de nuestra fe (Lucas 16:9-11). Si no podemos hacer lo mínimo, entonces no podemos hacer las cosas más grandes. Esto es muy importante. 

 

Antes de entrar en la enseñanza sobre las finanzas, permítanme decir que esta semana, vi una recaudación de fondos realizada por una red cristiana, y me quedé horrorizado. Vi la clase de manipulación que hace que hasta los estafadores parezcan honestos, y todo fue hecho en el nombre del Señor. Realmente me dio vergüenza verlos usar lágrimas, intentando jugar con los sentimientos de los demás. Pero ¿saben qué fue lo que más me molestó? No fue el ministro tergiversando al Señor, eso siempre ha ocurrido y siempre ocurrirá. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo (Jer. 23:28)? Mantenemos nuestros ojos puestos en Jesús (He. 12:1-2). Lo que realmente me molestó es que estas tácticas funcionan. El cuerpo de Cristo responde a este tipo de apelación con mucho dinero, y por eso los ministros continúan haciendo esto, porque funciona. Hay organizaciones que reciben cientos de millones de dólares al año por medio de trucos, mentiras y manipulación. Esto dice mucho acerca de la inmadurez en el cuerpo de Cristo. 

  

Mientras oraba acerca de esto, sentí como si el Señor me dijera: "¿Cómo puede mi pueblo madurar en esta área sin enseñanza, porque 'la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios' [Rom. 10:17]? Si quieres ver al cuerpo madurar en esta área, enséñales". Y eso es precisamente lo que estoy haciendo. 

  

Como dije en mi párrafo inicial, hay mucha información en la Biblia sobre esto. Así que, te animo a obtener mi enseñanza de “La Administración de las finanzas”, la tengo disponible en español como libro. Te dará una buena base de la Palabra de Dios sobre la prosperidad. 

  

Pero en este artículo, quiero centrarme específicamente en lo que la Biblia tiene que decir acerca de por qué, cuándo y dónde dar. Una perspectiva bíblica en estas tres áreas te dará herramientas para ir en contra de las doctrinas absurdas que los manipuladores predican. 

  

Primero, la motivación detrás de tu ofrenda es más importante que tu ofrenda. Este es el punto en 1 Corintios 13:3, que dice: 

  

"Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve". 

 

El qué y cuánto das no son tan importantes como la razón por la que lo haces. 

 Cualquier persona que te diga que puedes comprar la bendición de Dios o la salvación de un ser querido, o algún otro resultado positivo, con tu ‘regalo financiero’ está usando el motivo equivocado para conseguir que des a su causa. Es cierto que la viuda le dio a Elías todo lo que tenía y que como resultado sus necesidades fueron suplidas sobrenaturalmente por los siguientes tres años. Pero 1 Reyes 17:9 dice: "Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente". El Señor primero le había ordenado a ella sostener a Elías. No se trataba de satisfacer sus necesidades, aunque eso sucedió; ella estaba dando para ayudar al hombre de Dios. 

  

También es cierto que las ofrendas de Cornelio se presentaron ante Dios como un memorial (Hechos 10:4), pero fue su fe lo que agradó a Dios (Hebreos 11:6). Sus ofrendas no eran más que una muestra manifiesta de su fe y confianza en el Señor. Las bendiciones de Dios no se pueden comprar (Hch. 8:18-20). 

  

Es cierto que cuando damos, el Señor nos devolverá el ciento por uno en esta vida (Marcos 10:30), pero dar sólo para recibir es la motivación equivocada. Dios nos prospera para que podamos establecer su reino (Deuteronomio 8:18), dar a los necesitados (Efesios 4:28) y abundar para toda buena obra (2 Corintios 9:8). Necesitamos esperar recibir cuando damos, principalmente para que seamos reabastecidos y podamos dar más. Sin embargo, el énfasis debe estar en dar, no en recibir. Más bienaventurado es dar que recibir (Hechos 20:35). Debemos vivir para dar y no dar para vivir. 

  

En segundo lugar, ha habido muchos malentendidos sobre cuándo debemos dar. Muchos cristianos sólo dan cuando han cubierto todas sus necesidades. Pero las Escrituras enseñan que nuestros dones (nuestras ofrendas) son las primicias (Pr. 3:9). Eso significa que la primera cosa que hacemos cuando recibimos dinero es honrar al Señor dando una porción de este mismo a su obra. Cualquier otra cosa no es honrar al Señor. 

  

Además, a algunos de nosotros se nos enseña que sólo debemos dar cuando el Señor nos lo ordena explícitamente. Nosotros sabemos que la Palabra de Dios es su instrucción directa, y no necesitamos una voz audible para darnos más dirección. Existen ocasiones donde el Señor dirige específicamente nuestro dar, pero no es todo el tiempo. 

  

La Escritura dice: 

"Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre." (2 Co. 9:7). 

  

¿Qué pensarías si la única ocasión en que tus hijos te dicen que te aman es cuando les ordenas que te lo digan? Si bien es cierto que tenemos que enseñar a nuestros hijos a decir cosas como "Gracias" y "Te quiero", no suena a una relación natural y sana. Seguramente les vamos a indicar cómo tener buenos modales, y también les dirigiremos en las maneras apropiadas de expresar su amor hacia nosotros y hacia los demás con generosidad; así también, el Señor nos muestra cómo, dónde y en qué momento es adecuado dar, pero todos los padres anhelan el día en que esas reacciones de bondad se produzcan espontáneamente desde el corazón de sus hijos. Del mismo modo, el Señor quiere que deseemos ser generosos, que disfrutemos dar con bondad, y que demos porque queremos bendecir a otros, no bajo presión. 

  

Así que, cuando se nos condena a dar o se nos hace sentir culpables si no damos, ese es el momento equivocado para dar. Tengo un amigo que una vez dio $1,000 dólares a un ministro solo para que él y todos los demás pudieran irse. El ministro dijo que no dejaría salir a nadie del edificio hasta que su meta de recaudación fuera alcanzada. Después de tres ofrendas, todavía les faltaban $1,000, así que mi amigo los dio sólo para poder salir de allí. 

  

Yo nunca daría en una situación como esa, porque es recompensar un mal comportamiento. Es como votar a favor: "Me gusta. Hazlo otra vez". Cada vez que damos a un ministro que nos manipula, es como emitir un voto a favor de este tipo de abuso. Considera, por favor, que no tenemos derecho a murmurar y quejarnos cuando hemos votado por algo que nos molesta. 

  

Tercero, con respecto a donde debemos dar, esa es la más fácil de todas. Pablo dijo en 1 Corintios 9:7-11, Gálatas 6:6, 1 Timoteo 5:17-18, y muchas otras escrituras, que debes dar donde te dan de comer. Tú no comes en McDonald's y luego pagas la cuenta en Burger King; pagas donde comes. De la misma manera, debes dar donde eres alimentado. 

  

Malaquías 3:10 dice: 

"Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde". 

  

He escuchado a muchos ministros usar ese versículo para enseñar que el orden de Dios implica que los diezmos se queden en las iglesias locales, y las ofrendas que son ‘extra’ a los diezmos pueden darse a otros ministerios y organizaciones de caridad. Estoy de acuerdo con eso si su iglesia es realmente un alfolí. Un alfolí es un almacén donde guardas tu comida o donde vas a conseguir comida. 

  

La iglesia local es la columna vertebral de la obra de Dios aquí en la tierra. Hay maneras en que una iglesia local puede alimentarte que ningún otro ministerio puede. Algunas cosas que yo no puedo hacer desde mi posición en el ministerio son: recibir llamadas a medianoche para ayudarte con alguna emergencia; tampoco oficio bodas, ni doy consejería familiar. Yo entiendo que todos necesitamos el compañerismo de otros creyentes, y yo no puedo ofrecerte eso, pero la iglesia local sí puede, un pastor sí puede. 

  

Aún así, ¿cuántos de nosotros sabemos que no vivimos en un mundo perfecto donde cada iglesia satisface las necesidades de las personas que asisten a sus servicios? Hay personas que van a la iglesia cada semana y nunca reciben alimento. De hecho, conozco muchas personas que se mueren de hambre o incluso son envenenadas en sus iglesias locales, y ellos viven de mis enseñanzas. 

  

Es incorrecto ser alimentado en un lugar y dar tus diezmos y ofrendas en otro lugar. Si no estás en una iglesia local que verdaderamente te alimenta, entonces sal de ahí y encuentra una donde estés bien alimentado y acompañado; cuando la encuentres, da tus diezmos a esa iglesia y tus ofrendas a otros ministerios. Pero si no puedes encontrar una buena iglesia o, por otras razones, te quedas en ‘una iglesia muerta’, no des tu dinero allí; de otra manera estás solapando y contribuyendo a que continúen con sus prácticas equivocadas. 

  

Puedo garantizarte que aquellos que usan trucos y condenación para manipular no están realmente alimentando al pueblo de Dios. La religión dominante no está alimentando a la gente. Si el cuerpo de Cristo purificara sus motivos al dar, diera sólo cuando puede hacerlo alegremente y no por culpabilidad, y diera donde realmente es alimentado, entonces aquellos que no están alimentando al rebaño de Dios tendrían que arrepentirse o dejar “el negocio”. También, los verdaderos ministros e iglesias que realmente están alimentando al cuerpo de Cristo tendrían más dinero del que necesitan. 

  

Por ejemplo, nuestro programa de televisión de La Verdad del Evangelio está disponible para un potencial de tres mil millones de personas en el planeta. Si sólo el 1 por ciento de ellos realmente viera nuestro programa, serían treinta millones de personas bendecidas por nuestro contenido. Si sólo el 10 por ciento de ellos recibieran mi mensaje, serían tres millones de personas bendecidas por día. Una donación de un dólar al mes por cada persona de nuestra audiencia casi duplicaría nuestros ingresos. Así de sencillo. 

  

Todos los ministerios que realmente alimentan a la gente tendrían resultados similares. La única excepción que se me ocurre son los ministerios que atienden a los que no pueden dar, como los misioneros o quienes ayudan a los pobres en programas de asistencia social y comunitaria. Esos son los que yo llamo ministerios de benevolencia o caridad, y necesitan donativos (ya sea en recursos o voluntarios) de quienes no se alimentan directamente de ellos. 

  

Utilicé el tiempo de devocional en Charis esta semana para enseñar sobre este mismo tema: "Por qué, cuándo y dónde dar". Realmente bendijo a los estudiantes. Creo que esta enseñanza te ayudará a discernir mejor en esta área. Además, estoy seguro de que conoces a algunas personas que tienen malas actitudes acerca de dar debido a los abusos que han visto. Creo que esta es una gran manera de ayudarles a superar estas heridas y empezar a recibir lo mejor de Dios en las finanzas. 

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