El Espíritu Santo

Uno de los temas más controvertidos en el cuerpo de Cristo es el bautismo del Espíritu Santo y los dones que lo acompañan. 

Gran parte del cristianismo moderno considera que la experiencia de nacer de nuevo es todo lo que hay en la salvación. Muchos cristianos se oponen a la creencia que la llenura del Espíritu Santo es una experiencia separada, y se oponen especialmente a la vigencia de los dones del Espíritu Santo para los creyentes en la actualidad.  

Ese tipo de creencia los pone en conflicto con el libro de los Hechos y la propia enseñanza de Jesús. Aquellos que experimentan el poder del Espíritu Santo hoy son etiquetados como fanáticos o herejes. Pero ¿qué dice la Biblia? ¿Qué dijo Jesús al respecto? 

La noche antes de su crucifixión, Jesús hizo una de las declaraciones más asombrosas de todo su ministerio. Juan 16:7 registra estas palabras: 

"Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré". 

¡Entiende lo que Jesús está diciendo! Jesús dijo que es más beneficioso para nosotros tener el ministerio del Espíritu Santo que tener a Jesús presente con nosotros en Su cuerpo físico. 

La mayoría de los cristianos se sorprenden por esto. Ellos darían cualquier cosa por tener a Jesús presente en Su cuerpo físico. ¿Cómo podría haber algo mejor que verlo, escucharlo y tocarlo físicamente? 

Jesús sabía que sus discípulos se impactarían por su declaración, así que antes de decir su declaración dijo esto: "Os digo la verdad". Aunque sea difícil de entender, el ministerio del Espíritu Santo en la vida del creyente es mejor que el ministerio terrenal de Jesús. 

Esto no demerita el ministerio de Jesús en esta tierra. Si Jesús no hubiera venido a la tierra y no hubiera hecho lo que hizo, no habría ministerio del Espíritu Santo. Todo el plan de Dios depende de la obra redentora de Cristo. 

Pero, una vez que realizó Su trabajo, fue para nuestro beneficio que Jesús regresará con Su Padre y enviará al Espíritu Santo para tomar Su lugar. Por lo tanto, no debemos demeritar la preeminencia de Jesús, sino que debemos aumentar la importancia del ministerio del Espíritu Santo. 

La mayoría de los cristianos no se dan cuenta de cuán involucrado está el Espíritu Santo en todo lo que hace el Señor. No le dan suficiente importancia al Espíritu Santo y a lo que Él está haciendo en la tierra. En Génesis 1:1-2, la Biblia dice: 

"En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas". 

En el principio, Dios creó todos los elementos necesarios para Su creación. Luego, todo lo demás se formó a partir de lo que ya había creado. Todos los ingredientes esenciales estaban en su lugar. Pero nada sucedió sin la intervención del Espíritu de Dios. 

Nota específicamente que el Espíritu de Dios (el Espíritu Santo) se movía sobre la faz de las aguas. La palabra en español ‘movía’ fue traducida de la palabra hebrea "rachaph". Literalmente significa "empollar". Esto describe la manera en que una gallina se sienta sobre sus huevos para empollarlos. 

El Espíritu Santo estaba empollando sobre la creación de Dios esperando para dar a luz lo que Dios Padre dijera. Cuando el Señor dijo: "Hágase la luz" (Génesis 1:3), el poder del Espíritu Santo creo la luz. Del mismo modo, con todo lo que el Señor creó e hizo, fue el poder del Espíritu Santo el que trajo todo a la existencia. 

Dios Padre lo concibió. Jesús lo habló. Y el Espíritu Santo fue el poder que lo realizó. Todo lo que Dios hizo en Su creación fue realizado por medio del poder del Espíritu Santo. Cuando Dios Padre estuvo listo para traer a Jesús a la tierra, tomó la Palabra hablada (Jesús), el Espíritu Santo envolvió a María (una virgen), y ella concibió el cuerpo físico de Jesús. 

Esto ilustra perfectamente la Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Son uno. De hecho, son tan unidos que no pueden funcionar independientemente el uno del otro. Son un equipo. Jesús no hizo ningún milagro ni comenzó su ministerio público hasta después de haber sido ungido con el Espíritu Santo.  

Si Jesús no pudo, o no quiso, operar independientemente del Espíritu Santo, nosotros tampoco debemos. Nadie puede tener una vida o ministerio efectivo sin el poder del Espíritu Santo de Dios obrando en él o ella. Este hecho no puede ser discutido por nadie que realmente crea que la Biblia es la Palabra de Dios. Las Escrituras están repletas de pruebas de que "no es por la fuerza, ni por el poder, sino por mi Espíritu, dice Jehová de los ejércitos" (Zac. 4:6). 

Entonces, ¿por qué hay tanto debate sobre este tema? La triste verdad es que el rechazo del ministerio y poder del Espíritu Santo es una teología conveniente. Creer que los milagros y dones del Espíritu Santo no operan hoy excusa una vida sin poder. Si es verdad que el Espíritu Santo todavía está dispuesto a moverse como en los tiempos bíblicos (y es verdad), entonces no hay excusa para vivir vidas tan alejadas de la victoria descrita en la Palabra de Dios. 

La razón número uno por la que la gente se resiste al ministerio del Espíritu Santo es porque expone la falta de poder en sus vidas. Y una vez expuesta, exige un cambio. En un intento de evitar la responsabilidad del cambio, cambian las Escrituras en lugar de a sí mismos. Por supuesto, no es tan descarado, pero hay una predisposición en contra del ministerio del Espíritu Santo, por lo que la Escritura se tuerce para apoyar sus puntos de vista. 

Ahora es correcto decir que los alcohólicos no son responsables de sus actos, que la depresión es un desequilibrio químico y que la homosexualidad es genética. Incluso ha habido juicios en los que personas con sobrepeso demandan a las cadenas de comida rápida por su obesidad. Nadie quiere admitir que sus vidas son el resultado de sus decisiones y acciones. Es interesante pensar que alguien más tiene la culpa de sus vidas desordenadas. Tristemente, la falta de responsabilidad personal en nuestra sociedad se ha colado en las actitudes de la iglesia. 

Pero, el último intento de evitar la responsabilidad es cuando le echamos la culpa a Dios. Esto se remonta a Adán cuando dijo: "Es esa mujer que TÚ me diste" (Génesis 3). Le echó la "culpa" a la mujer y luego culpó a Dios. Pero el juicio de Dios muestra que hizo a Adán responsable de sus propias acciones. 

Otro grupo de cristianos aceptan de buena manera un ministerio limitado del Espíritu Santo como su consolador y ayudador, pero siguen negando Su poder milagroso. Esto es conveniente, los beneficios sin la responsabilidad. Por lo regular estos son los que también creen que no hay una segunda experiencia con el Espíritu Santo más allá de nacer de nuevo. Pueden ser sinceros en sus creencias, pero están sinceramente equivocados. 

Hay claros ejemplos en las Escrituras donde un encuentro milagroso con el Espíritu Santo permitió a los creyentes llevar vidas sobrenaturales. Jesús enseñó acerca de dos experiencias separadas en la vida del creyente. 

En Juan 20:28, Tomás confesó a Jesús como su Señor y Dios. Eso lo hizo "salvo" de acuerdo con Romanos 10:9-10. Sin embargo, el Señor le dijo a Tomás y a todos los discípulos que se quedaran en Jerusalén hasta que recibieran el poder del Espíritu Santo (Hechos 1:4). La razón por la que Jesús les dijo que esperaran el bautismo del Espíritu Santo fue porque todavía no lo tenían. Mira lo que les pasó a los discípulos una vez que recibieron ese poder. Fueron hombres transformados. 

Jesús lo dijo de esta manera en Hechos 1:8: 

"Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra". 

Después del Día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo vino sobre los discípulos de Jesús, fueron empoderados. Se enfrentaron sin miedo a la persecución y a la muerte. ¿Qué marcó la diferencia? Según las propias palabras de Jesús, fue el bautismo del Espíritu Santo. 

En Hechos 8, Felipe predicó a los samaritanos, y toda la ciudad creyó en Jesús y fue bautizada en agua. Fueron salvos. Pero Hechos 8:15-16 dice: 

"Los cuales, habiendo venido [los apóstoles], oraron por ellos [los samaritanos], para que recibiesen el Espíritu Santo: Porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos; sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús." (paréntesis míos). 

Este es un ejemplo muy claro de gente nacida de nuevo pero que todavía necesita recibir al Espíritu Santo. Esto también se puede ver en Hechos 19. Pablo encontró discípulos que no habían sido bautizados en el Espíritu Santo. Oro por ellos, y hablaron en lenguas. 

Llenos del Espíritu, ¡pero sin lenguas! 

Hay otros creyentes que reconocen una segunda experiencia con el Espíritu Santo que libera poder, pero rechazan la parte de hablar en lenguas, o al menos dicen que no es para todos. Pero el bautismo del Espíritu Santo es como un par de tenis: Siempre viene con lenguas. 

Supongo que es posible tener el bautismo del Espíritu Santo y no hablar en lenguas, pero ¿por qué no querrías hacerlo? Si tienes miedo, ¡no lo tengas! No hay razón para temer; tú tienes todo el control. No estoy hablando en lenguas mientras escribo esto, porque yo decido cuando hablo en lenguas. Es lo mismo para ti. Tú controlarás cuando hablas en lenguas. 

Tal vez hay algo más que te está deteniendo. Sé por experiencia que una persona cuyo entendimiento de este don no es el correcto puede reprimirlo. Yo lo hice. En mi caso, una denominación me había inculcado tal temor que tenía miedo de recibir algo del diablo. No fue hasta más tarde que aprendí que el Señor no permitiría que eso sucediera (Lucas 11:13). 

Si no estás seguro o simplemente tienes problemas para recibir, mi enseñanza titulada: ‘El Espíritu Santo’ responderá tus preguntas y te liberará para recibir este poderoso don. Mi vida cambió completamente cuando recibí el Espíritu Santo. Si no fuera por eso, nunca habrías oído hablar de Andrew Wommack. 

Te comparto un poco de mi testimonio; puede que te ayude. En 1957 nací de nuevo a la edad de ocho años. Yo amaba a Dios y le servía hasta cierto punto, pero era alguien sin poder. Ore seis meses para que mi papa fuera sanado, pero el murió cuando tenía doce años. De joven, era introvertido, tímido, y tan retraído que no podía mirar a la gente a la cara cuando hablaba con ellos. 

No había ninguna diferencia entre un incrédulo y yo en términos de resultados visibles. Si me hubieran arrestado por ser cristiano, no habría habido suficientes pruebas para condenarme. 

Entonces, el 23 de marzo de 1968, recibí el bautismo del Espíritu Santo. Mi vida se transformó al instante. Antes del bautismo del Espíritu Santo, tenía miedo; después, era valiente como un león (Prov. 28:1). Mi amor por el Señor creció. Ya no era yo quien vivía, sino que Cristo vivía a través de mí. 

Mi vida no era perfecta en ese entonces y todavía no lo es ahora. Pero recibir el bautismo del Espíritu Santo me dio acceso a una relación totalmente nueva y dinámica con el Señor. Nunca habrías oído hablar de mí si no hubiera recibido la segunda obra del Espíritu Santo, que la Biblia llama el bautismo del Espíritu Santo. Es mi deseo que puedas experimentar el poder del Espíritu Santo y los dones que vienen con él. 

Mi enseñanza, ‘El Nuevo Tú y El Espíritu Santo’, está disponible en forma de libro, así como en álbum de CD. Este es el mismo material que doy a aquellos que reciben el bautismo del Espíritu Santo en nuestros ‘Gospel Truth Seminars’. Los guía paso a paso en esta doctrina de esta experiencia y comparte pasos muy prácticos sobre como recibir el don de hablar en lenguas. Cientos de personas que estaban teniendo problemas para hablar en lenguas pudieron recibirlo después de leer el libro o escuchar esta enseñanza. Puede que conozcas a personas que no han recibido el bautismo del Espíritu Santo, y esta enseñanza podría cambiar sus vidas para siempre. 

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