Somos los Hijos del Rey
Si te preguntara: "¿Sabes quién eres?", tu respuesta inmediata sería: "Claro que sí". Pero ¿te imaginas cómo sería si de repente perdieras todo recuerdo de tu nombre, dónde vives, quién es tu cónyuge, tus hijos, dónde trabajas, etc...? Sería aterrador. Existe gran seguridad en saber quién eres, por eso la gente es tan reacia a cambiar. Están seguros de lo que saben y tienen mucho miedo de lo que no saben.
Pues bien, también es necesario que sepas en quién te has convertido en tu espíritu. Eres una nueva criatura en tu espíritu (2 Co. 5:17), y tienes que reeducar tu mente para pensar de esa manera antes de que la perfecta voluntad de Dios se manifieste en tu carne (Ro. 12:1-2). Somos más que vencedores por medio de Cristo, pero no nos beneficiaremos de esa verdad hasta que nos convenzamos de ello, no más de lo que un millonario se beneficiaría de su cuenta bancaria si no supiera que está ahí. Esta es la condición en la que ha estado el cuerpo de Cristo. Simplemente hemos sido ignorantes de quienes somos en Jesús, en nuestros espíritus, y de los derechos y privilegios que ya nos pertenecen.
Un ejemplo de esto en lo natural es la libertad que tenemos como ciudadanos de los Estados Unidos de América. De acuerdo al preámbulo de la Constitución, hemos sido dotados por nuestro Creador con ciertos derechos inalienables que nos son garantizados por los documentos que gobiernan nuestro país. Existe un sistema judicial elegido para hacer cumplir estos derechos. Pero, con estos derechos también hay responsabilidades. Es responsabilidad de cada individuo conocer cuáles son sus derechos y acudir a los canales adecuados para obtenerlos. Millones de infractores de la ley nunca han sido llevados a juicio porque la víctima, por una razón u otra, no presentó cargos. En muchos casos, estoy seguro de que la gente no conocía sus derechos.
Durante la presidencia de Abraham Lincoln, éste firmó la Proclamación de Emancipación, que liberó a todos los esclavos estadounidenses. Pero hay casos documentados en los que los propietarios de esclavos ocultaron la Proclamación de los esclavos para que siguieran trabajando para ellos sin pago, ya que ignoraban el cambio legal nacional. Esta ha sido exactamente la estrategia de Satanás contra la iglesia. Como dice Oseas 4:6: "Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento". Y 2 Pedro 1:3 dice: "Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia". Si Satanás puede mantener a un cristiano ignorante o en incredulidad sobre sus derechos como hijos del Rey, ¡él puede mantenerlos en esclavitud, aunque la ley de libertad en Cristo Jesús haya sido puesta en efecto!
La manera más efectiva en que el diablo ha hecho esto es por medio de la incredulidad religiosa, específicamente las enseñanzas doctrinales acerca de que somos indignos pecadores condenados, salvados por gracia. Gloria a Dios, yo era un pecador, pero fui salvado por gracia, y ahora soy la justicia de Dios en Cristo Jesús (2 Co. 5:21). Ya no soy indigno en mi hombre espiritual. Efesios 4:24 dice: "Y vestíos del nuevo hombre [se refiere a tu espíritu nacido de nuevo], creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad". ¡Mi espíritu es justo y verdaderamente santo! ¡Aleluya!
Pero alguien puede citar: "Todas nuestras justicias (son) como trapo de inmundicia" (Is. 64:6), y "No hay justo, ni aun uno" (Ro. 3:10). Estas escrituras se refieren a nuestras obras de ‘justicia propia’, que nunca podrán llevarnos a la comunión con Dios porque "todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" (Ro. 3:23). Pero Jesús tomó nuestro pecado y se hizo pecado por nosotros para que pudiéramos ser hechos justicia de Dios en Él (2 Co. 5:21). Aquí se refiere a nuestros nuevos espíritus. Esa es la parte de nosotros que está en Él. Si aceptas la primera parte de este versículo, que Jesús se hizo pecado por nosotros, entonces tienes que aceptar la siguiente parte, que recibimos su justicia. Esta no es una justicia que se imparte en el cielo. Será perfeccionada en el cielo, espíritu, alma y cuerpo glorificado. Pero como dice Efesios 4:24, nuestros espíritus son ahora justos y verdaderamente santos. Hebreos 12:23 dice: "los espíritus de los justos hechos perfectos", refiriéndose a la congregación de nacidos de nuevo, a la iglesia.
El espíritu que teníamos que estaba muerto para Dios, se ha ido, y el nuevo espíritu que recibimos en la salvación, es justo, verdaderamente santo y perfecto. En realidad, es el mismo espíritu que tendremos por toda la eternidad. No será cambiado ni mejorado. La parte de la carne será cambiada, pero la salvación de nuestro espíritu es completa. Colosenses 1:12 dice que el Padre nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; presta atención en que este pasaje dice que “nos hizo aptos”, en tiempo pasado. En nuestros espíritus, ahora somos vencedores; y el resto de la vida cristiana, dicho muy simplemente, es renovar el alma y el cuerpo a esa verdad. Romanos 12:2 lo dice de esta manera: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta." Pablo no oró para que recibieran algo nuevo de Dios, sino para que renovaran sus mentes y probaran, o hicieran manifiesto a los sentidos físicos, lo que ya estaba allí.
Dios no nos cambió sólo en el principio del nuevo nacimiento, sino que ahora somos una creación totalmente nueva en nuestro espíritu. Pero hasta que no nos demos cuenta de esto y actuemos con fe, el diablo continuará oprimiéndonos. El primer paso en la fe es el conocimiento. Romanos 10:14 dice: "¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído?" y el verso 17 dice: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios". La ignorancia de quienes somos en nuestros espíritus ha hecho imposible que actuemos en fe.
Filemón 1:6 dice: "Para que la participación de tu fe sea eficaz en el reconocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús." Este versículo deja claro que tu fe se hace efectiva; es decir, que comienza a trabajar; al conocer las cosas buenas que ya tienes en tu espíritu. Pensémoslo al revés sin cambiar el significado: Si no sabes lo que tienes dentro de tu “hombre espiritual”, entonces tu fe no funcionará.
La enseñanza religiosa que la mayoría de la gente ha recibido hoy en día ha dejado la impresión de que no hay nada bueno en nosotros. Nos han enseñado que la manera de activar el poder de Dios en nuestras vidas es mantener nuestra indignidad y debilidades continuamente delante de nosotros. Esto se caracteriza por lo que yo llamo la "actitud de falsa humildad" entre muchos cristianos. Usted oirá declaraciones tales como "Sin Jesús, no puedo hacer nada" lo cual es totalmente cierto, pero no está equilibrado por la verdad de que "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece."
Tenemos que darnos cuenta de que dependemos totalmente de Jesús, pero tenemos que ir más allá para entender la verdad de que al depender de Jesús, somos totalmente superiores a cualquier arma que el diablo pueda usar contra nosotros. Somos vencedores del mundo (1 Juan 5:4). Hebreos 12:2 dice que tenemos que mirar a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, pero la mayoría de nosotros hemos estado mirándonos a nosotros mismos. ¡Con razón nos hemos cansado y hemos desmayado en la batalla! (He. 12:3) Al cambiar nuestra atención de nuestra propia fragilidad a la suficiencia de Cristo y tomar nuestro lugar en Él, nuestra fe se activará, y comenzaremos a vivir como los hijos del Rey que somos.
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