Mateo 17:1-5 #VersículodelaSemana 

Mateo 17: 1-5 “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.” 

Esto fue justo seis días después de que Jesús dijera que algunos de Sus discípulos no morirían hasta que vieran a Jesús venir en Su reino (Mateo 16:28). Esta transfiguración fue el cumplimiento de esa profecía. Jesús sólo había mencionado Su muerte cuatro veces antes de esto. Pero hay diez veces en los siguientes seis meses que Jesús les habló a Sus discípulos acerca de Su muerte y resurrección. 

Mateo, Marcos (Mc. 9:2-13) y Lucas registraron este caso. El relato en Lucas revela que los discípulos estaban dormidos y se despertaron para ver esto (Lc. 9:32). ¿Con qué frecuencia estamos dormidos (física o espiritualmente) cuando el Señor se nos aparece en Su gloria? 

Ahora, observa que Dios no mencionó a Moisés ni a Elías. Sólo Jesús fue mencionado como Su Hijo amado. Pedro había puesto a Moisés y Elías a la par con Jesús. Dios aclaró eso inmediatamente. Esto no deja ninguna duda de que Jesús es el mayor testigo de Dios (He. 1:1-4). Esta es la misma nube de gloria que se manifestó en el Antiguo Testamento (Éxodo 19:9, 40:34-35; 1 R. 8:10-12; y Ez. 1:4). Ezequiel dijo que el brillo de la nube era como el arco iris (Ez. 1:28). Esta es la segunda de las tres veces que el Señor habló a Jesús con una voz audible que otros oyeron (La primera Mateo 3:16-17 y Lc. 3:22; La segunda Mateo 17:5; tercera Jn. 12:28). 

¿Por qué sólo estaban estos tres de sus discípulos? Una razón puede ser que la Escritura instruía que todo debía ser establecido en boca de dos o tres testigos (Dt. 17:6, 19:15; Mateo 18:16; y 2 Co. 13:1). 

Jesús necesitaba que algunos de Sus discípulos se quedaran y ministraran a la gente (Mateo 17:14-16), pero quería que Sus discípulos vieran y registraran esta experiencia. Eso indicaría que Jesús sabía lo que iba a suceder. Sin embargo, Jesús parecía tener una relación diferente con estos tres discípulos que con los demás (Mc. 5:37 y Lc. 8:51). 

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