El arrepentimiento que cambia tuvida
Lucas 15:18-19
Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
Lucas 15:18
Este es un buen ejemplo de verdadero arrepentimiento. Este hijo no alegó bondad propia ni trató de justificar sus actos. Por el contrario, se humilló y apeló a la misericordia de su padre. Del mismo modo, no podemos acercarnos a Dios con justicia propia; tenemos que humillarnos, poner toda nuestra fe en el Salvador y apartarnos de nuestros malos caminos (2 Cr. 7:14). Ese es el verdadero arrepentimiento, que consiste simplemente en cambiar interiormente: nuestra mente y corazón, y el resultado cambiará nuestra actitud y nuestras acciones exteriormente.
El arrepentimiento es una parte necesaria de la salvación. En otro devocional (30 de abril) explico con más detalle sobre la diferencia entre la tristeza piadosa y la impía. Este joven tenía una tristeza piadosa por sus acciones, y su tristeza piadosa lo llevó al arrepentimiento. La tristeza impía, o la tristeza de este mundo, es egocéntrica y solo trae autocompasión y una mentalidad de víctima que culpa a todos los demás por sus problemas. Con esa mentalidad, por supuesto, no habrá arrepentimiento; y sin arrepentimiento, no puede haber restauración con el Padre.
Este joven se sintió mal por sus pecados y reconoció que había pecado tanto contra su padre natural como contra su Padre celestial. Ese fue el comienzo de su plena restauración con ambos. Hoy cuando busques al Señor, no dejes que nada se interponga entre tú y Él. Si tienes tristeza piadosa por algo, entrégaselo a Él y sé perdonado, sé limpio de todo ello para siempre. ¡Cambiará tu día y el resto de tu vida!
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