El divorcio no es lo mejor de Dios

Marcos 10:2-6

Y se acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar a su mujer.

Marcos 10:2

Los fariseos no querían saber lo que Jesús pensaba sobre el divorcio, no valoraban Su opinión. Lo estaban tentando para que se enredara en la gran controversia de su época, que era entre las opiniones liberales y conservadoras sobre el divorcio. Era un tema muy emocional entonces, como lo es hoy; y ellos pensaron que al cuestionarlo pondrían a Jesús en una situación sin salida. Sin embargo, como siempre, Jesús demostró ser más inteligente y Su respuesta fue más de lo que ellos esperaban.

Los fariseos no cuestionaban si el divorcio era correcto o no; daban por sentado que tenían derecho al divorcio. En lugar de exponer los motivos aceptables para el divorcio, Jesús fue a la raíz del problema y demostró que Dios nunca quiso que hubiera divorcio en absoluto. Él les enseñó que, si realmente entendieran la seriedad del pacto de una sola carne entre marido y mujer, no estarían buscando una excusa para huir del matrimonio. Este planteamiento asombró a los fariseos y suscitó la pregunta: “¿Por qué Moisés, en la ley, permitió el divorcio?”.

Jesús respondió que el divorcio estaba permitido, pero nunca fue la intención original. Dios toleró algo que odiaba debido a la dureza del corazón de la gente, y lo mismo ocurrió con la poligamia y la esclavitud. Una vez que una persona comienza a preguntar: “¿Cómo puedo divorciarme?”, en lugar de: “¿Cómo puedo mantener unido mi matrimonio?”, sabes que su corazón está endurecido y ya existe una seria ruptura en ese matrimonio.

Jesús vino a quitarte el corazón duro para darte un corazón compasivo, ¡así que no permitas que tu corazón se endurezca de ninguna manera! Estés o no casado, decide hoy mismo que el divorcio es tu enemigo; y que el amor y la compasión de Dios gobernarán tu corazón y tu mente. De esta manera podrás vivir en lo mejor de Dios para ti en todas tus relaciones.

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