¿Frío o Caliente?

2 Corintios 4:7-18

“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.”

2 Corintios 4:16

Recuerdo cuando mi profesor de sexto grado calentó una lata metálica que contenía gas. Una vez bien caliente, le puso la tapa para que quedara hermética y la colocó sobre su pupitre. Toda la clase vio cómo empezaba a crujir. Después, delante de nuestros ojos, la lata se aplastó sin que nadie la tocara.

El aire caliente ocupa más espacio que el aire frío. Cuando el aire del interior de la lata estaba caliente, igualaba la presión atmosférica. Sin embargo, al enfriarse, el aire se condensó y formó un vacío parcial en el interior de la lata. Fue entonces cuando la presión atmosférica normal la aplastó. ¡Qué impresionante ilustración de la vida cotidiana! Todos nos enfrentamos a presiones externas. Si nuestras vidas están llenas de la presencia de Dios, estas presiones no son un problema. Solo cuando tenemos un vacío parcial en el corazón, las presiones cotidianas nos aplastan. Aquellos que parecen abrumados por la vida cotidiana se han enfriado en su relación con el Señor.

La vida no se ha vuelto peor ni más estresante en los tiempos modernos como algunos proclaman. ¡La vida siempre ha sido dura! Piensa en los que lucharon en la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué hay de aquellos cuyas familias eran esclavas hace unas pocas generaciones? ¿Y qué me dices de la Gran Depresión? La mayoría de nosotros nunca hemos experimentado dificultades como las que sufrieron estas personas. Sin embargo, parece que hoy hay más depresión, suicidio y angustia que entonces.

La diferencia no son las presiones exteriores, sino el vacío interior. Hoy no te levantes de tu cama sin estar apasionadamente lleno del amor, la fe y la esperanza de Dios. Asegúrate de no tener un vacío en tu corazón, entonces ninguna presión externa será un problema.

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