Jesús quiere que estés sano
Lucas 22:51
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, le sanó.
Lucas 22:51
Este versículo describe la respuesta de Jesús al acto temerario de Pedro de cortarle una oreja a uno de los guardias del Templo cuando intentaban detener a Jesús. Este guardia solo estaba haciendo su trabajo. Pudo haber sido un seguidor de Jesús, o pudo haber odiado a Jesús como los otros judíos religiosos. La Biblia no nos lo dice. Independientemente de los sentimientos y creencias que este guardia tenía acerca de Él, Jesús lo sanó inmediatamente. Esto demuestra Su gran deseo de que todas las personas estén sanas, y también muestra una de las muchas maneras en que él sana a la gente.
Jesús a menudo sanaba a las personas tocándolas, y otros recibían su sanidad cuando tocaban a Jesús. El poder o la unción de Dios se puede transmitir mediante la imposición de manos (Mr. 16:18; He. 6:2). La virtud (el poder) de Dios puede incluso transmitirse a objetos, para luego ser llevados a la persona que necesita sanidad o liberación (Hch. 19:12).
La sanidad ha sido comprada para nosotros como parte de la expiación de Cristo. El Señor no se negaría a sanarnos como tampoco se negaría a perdonarnos. Esto no significa que merezcamos la sanidad: no la merecemos. De hecho, ¡tampoco merecemos ser perdonados! Ambos son dones de Dios (Ro. 6:23; Ef. 2:8).
Hoy sabes que eres salvo por la obra redentora de Jesús y no por tus ‘buenas’ obras. Eres sano por la sangre de Jesús, no por tu buen comportamiento. No puedes ganarte la salvación o la sanidad, pero puedes recibir ambas por medio de la fe. Cuando dudes que eres digno de ser sanado, recuerda que Jesús sanó la oreja del guardia. Lo sanó sin siquiera pensarlo, Él desea fervientemente que tú también recibas tu sanidad.
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