Los dos mandamientos más grandes

Mateo 22:34-46

Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Mateo 22:36-39

Jesús reveló que todas las leyes del Antiguo Testamento estaban diseñadas para instruirnos sobre cómo amar a Dios y amar a los demás. Por lo tanto, los dos mandamientos que trataban directamente de amar a Dios y a los demás (Lev. 19:18 y Dt. 6:5) eran los más importantes.

Los líderes religiosos se habían obsesionado tanto con cumplir cada pequeño detalle de la ley que habían perdido de vista su propósito principal. No amaban a Dios ni a su prójimo, pero pensaban que estaban cumpliendo la Ley. Lo mismo ocurre hoy en día. Algunos de los actos más crueles han sido hechos en nombre del Señor por aquellos que pensaban que estaban defendiendo los mandamientos de Dios. Sin embargo, si trasgredimos uno de los dos más grandes mandamientos en un esfuerzo por hacer cumplir algún otro mandamiento, estamos aplicando mal la Palabra de Dios, tal como lo hacían estos judíos religiosos.

La Ley del Antiguo Testamento y el concepto de gracia del Nuevo Testamento nos inspiran e instruyen a amar a Dios y a todas las personas. Sin embargo, la Ley del Antiguo Testamento motivaba a los hombres a amar a Dios y a otras personas por medio del miedo al castigo si no cumplían, mientras que la gracia dada en el Nuevo Testamento nos instruye a amar a los demás incondicionalmente como Dios nos ama.

Es posible ‘actuar santamente’ sin amar a Dios ni a las personas, pero es imposible que el amor de Dios no produzca santidad en una persona. Te invito a observar todas tus relaciones con los ojos del amor incondicional de Dios. A medida que ames, serás santo.

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