El Poder de la Experiencia

Juan 9:1-28

Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.

Juan 9:25

En Vietnam organicé un estudio bíblico con unos siete u ocho hombres. Todo iba bien hasta que apareció un hombre que decía ser ateo. Era un intelectual de Princeton que me hizo pedazos. Me hizo quedar como un tonto por creer en Dios. Todo el grupo se fue con él mientras se reían de mí.

Treinta minutos después, seguía allí sentado preguntándome qué podía haber hecho de otra manera, cuando ese mismo ateo volvió a entrar en la capilla y se sentó. Oré y pedí al Señor que me diera otra oportunidad. Para mi asombro, se acercó y me dio la sorpresa de mi vida. Me dijo que quería lo que yo tenía. No podía creer lo que escuché.

Le dije: “Me superaste en argumentos. Me hiciste quedar como un tonto, ¿y aun así quieres lo que yo tengo?”. Me explicó que toda su vida se basaba en un argumento. Si alguien le hubiera argumentado mejor que él, se habría suicidado. Vio que yo tenía algo más fuerte que un argumento. Yo tenía una fe que provenía de una experiencia personal con Dios. Él quería eso.

Aquel día aprendí de primera mano que un hombre con una experiencia personal nunca está a merced de un hombre con argumentos. El ciego al que sanó Jesús no tenía ninguna formación teológica, y sin embargo su experiencia con Jesús le dio una mejor comprensión de Dios que la que tenían los fariseos. No lo sabía todo, pero no se le podía convencer de lo que sabía, y su seguridad convenció a todos los teólogos presentes.

Si has experimentado el amor de Dios, ¡eres un experto! Independientemente de los argumentos que otros puedan ofrecer, tu relación con Jesús es un testimonio más fuerte. ¡Sé valiente hoy y muéstrale el camino a los demás!

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