Por Gracia Por Medio De La Fe

Lucas 10:25-29

“Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?”

Lucas 10:28-29

El orgullo hace que muchas personas se resistan a la verdad de la justificación por la fe en la gracia de Dios. Este abogado se amaba a sí mismo y al reconocimiento público que le daban sus obras santas. No estaba dispuesto a amar a Dios primero y a los demás antes que a sí mismo. Su pregunta era un intento de eludir la responsabilidad de su egocentrismo. Buscaba justificarse ante Dios por sus propias obras de justicia. Sabía que no había amado a todos como se amaba a sí mismo, así que trató de interpretar la Escritura (Lv. 19:18) de manera que se aplicara a sus acciones y no a su corazón. Quiso definir “prójimo” solo como los amigos íntimos a los que había tratado bien. La autojustificación siempre produce excusas, mientras que el arrepentimiento y la fe hacia Dios producen entrega y obediencia.

La base de nuestra salvación es la gracia, es decir, el favor inmerecido y gratuito de Dios hacia nosotros, expresado en la redención por medio de Cristo Jesús. La forma en que Dios nos salva es por medio de la fe. Es por medio de la fe que aceptamos Su don gratuito de la salvación, provisto por Su gracia. Somos salvos “por gracia... mediante la fe” (Ef. 2:8), no solo por gracia. La fe nos da acceso a la gracia de Dios; pero sin fe, la gracia de Dios se desperdicia, y sin gracia, la fe es ineficaz. La fe en la gracia de Dios tiene que ser liberada para recibir lo que Dios ha provisto a través de Jesucristo.

El sodio y el cloruro son venenosos por sí mismos, y la gracia o la fe usadas independientemente una de la otra son mortales; pero cuando mezclas el sodio y el cloruro obtienes sal, la cual necesitas para vivir. Del mismo modo, poner fe en lo que Dios ya proveyó por gracia es la clave para una vida cristiana victoriosa.

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