Tu expectativa determina tu experiencia
Juan 20:11-17
Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.
Juan 20:14
María no reconoció a Jesús. Ella fue una de las mujeres que le siguieron y le sirvieron durante todo Su ministerio terrenal (Lucas 8:2-3). Lo conocía bien y había escuchado Su voz miles de veces. Jesús honró a María al elegirla como la primera persona a la que se le apareció después de Su resurrección, aunque ella supuso que Él era el jardinero.
Ciertamente, una de las principales razones por las que María no reconoció a Jesús fue que no esperaba verlo vivo. La idea de que Jesús pudiera estar vivo aún no había entrado en su mente. Esto ilustra cómo sus expectativas dictaron su experiencia, y el resto de los creyentes no son diferentes. Lo que esperamos de Dios es generalmente lo que obtenemos de Él.
Dios es quien es, independientemente de lo que pensemos de Él. En cuanto a nuestra experiencia, solo lo experimentaremos de la manera en que pensamos que Él es. Por ejemplo, aquellos que creen que Dios no sana hoy no serán sanados hasta que comiencen a creer de manera diferente. Aquellos que no creen en el bautismo del Espíritu Santo, no lo recibirán. Los que no creen que Jesús resucitó de entre los muertos, no reconocerán a Cristo resucitado, aunque él se pusiera delante de ellos.
María reconoció a Jesús cuando Él la llamó por su nombre. Fue la relación personal entre ellos lo que finalmente le abrió los ojos. ¿Qué crees tú de Él? Si crees que Él está enojado contigo, no experimentarás Su complacencia, aunque la Escritura dice que eres acepto en el amado (Ef. 1:6). Si crees que te ha abandonado, no experimentarás Su presencia, aunque Él nunca te deja ni te abandona (He. 13:5). Cree todo lo que la Biblia dice que Él es, y Él será todo eso para ti y más.
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