Ve a Quién Ama Jesús
Si has escuchado alguna de mis enseñanzas, me has oído hablar sobre el amor de Dios. Eso es lo que cambió mi vida. Los títulos, temas, y las referencias bíblicas de mis series son todos diferentes, pero siempre estoy enseñando sobre algún aspecto del amor incondicional de Dios.
Creo que una comprensión verdadera y experimental del amor de Dios cambiará drásticamente la vida de cualquiera. Eso es lo que dice el apóstol Pablo en Efesios 3:19.
Dice: “Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”.
Conocer el amor de Dios a través de la experiencia sobrepasa el mero conocimiento intelectual, y siempre resulta en que seamos llenos de toda la plenitud de Dios. Podría decirlo de esta manera: Si no estás experimentando la plenitud de Dios, entonces no estás experimentando el amor de Dios.
Muchas personas intentan justificar esto diciendo que ‘saben’ que Dios los ama, pero en este momento las circunstancias son difíciles y no está mal sentirse aplastado por el estrés normal de la vida, de vez en cuando. Mi respuesta es: “¡¿Qué haces ahí debajo?!” La Biblia dice que debemos estar encima solamente y no debajo (Dt. 28:13).
Cuando estamos disfrutando el amor de Dios, todo lo demás palidece en comparación. Ningún problema puede compararse con las inescrutables riquezas del amor de Dios. Es como dice la vieja canción: “Pon tus ojos en Cristo. Tan lleno de gracia y amor. Y lo terrenal sin valor será, a la luz del glorioso Señor”. Eso es absolutamente cierto.
En un reciente seminario de La Verdad del Evangelio, enseñé sobre el amor de Dios en cada sesión. He enseñado sobre este tema por años. Sin embargo, en este seminario tome un acercamiento completamente diferente. En lugar de repetir lo obvio, decidí contrarrestar específicamente el pensamiento equivocado que nos ciega a su amor.
Todo cristiano tiene el conocimiento mental del amor de Dios, pero debido a una mentalidad equivocada, rara vez este conocimiento se traduce en experiencia. Hay cosas (primordialmente enseñanzas religiosas) que diluyen y debilitan la revelación del amor de Dios.
Comencé hablando sobre la soberanía de Dios. El pensamiento equivocado sobre esto es uno de los mayores problemas que tiene la gente para experimentar el amor de Dios. Si crees que Dios es quien está causando todos los problemas en el mundo, definitivamente esto afectará tu relación con Él.
Permíteme ilustrarlo de esta forma: ¿Qué pasaría si pensaras que fui yo quien mató a miles de personas en los ataques terroristas del 11 de septiembre, causé los tsunamis que devastaron Asia, y destruyó Nueva Orleans con un huracán? Por otro lado, ¿qué pasaría si pensaras que soy tan despiadado que causo que algunos bebés nazcan con defectos congénitos y que las personas sufran cosas terribles como asesinatos y violaciones para poder enseñarles una lección? Si todos los males de la vida fueran culpa mía, ¿qué pensarías de mí?
No hay una nación civilizada en la tierra que no me mataría, si pudieran probar que yo estuve detrás de todas estas cosas. Sin embargo, eso es de lo que se le culpa al Señor todos los días. Incluso está escrito en nuestros contratos, grandes desastres naturales y tragedias son llamados “actos de Dios”.
Esta no es una verdadera representación de Dios. Dios no es la fuente de nuestros problemas. Comprender correctamente la soberanía de Dios es tan importante que dediqué una sesión entera en este tema. Cualquiera que no entienda esto correctamente jamás apreciará verdaderamente el amor de Dios. Es imposible sentirse bien con Dios si se cree a los acusadores que lo describen como el malo.
Después enseñé sobre el amor incondicional de Dios. Es un concepto radical. Casi todas las religiones vinculan el amor de Dios y su aceptación de las personas con sus méritos individuales. En otras palabras, la religión te dirá que el amor de Dios es proporcional a tu comportamiento.
Algunos grupos religiosos cristianos, después de presentar la salvación como un regalo gratuito de la gracia de Dios, dan media vuelta y enseñan a los nuevos creyentes que su relación continua con el Señor ahora depende de su comportamiento. Si no viven en santidad, no van a la iglesia, no leen sus Biblias y no pagan sus diezmos, etc., entonces el Señor no los bendecirá ni contestará a sus oraciones.
Ese tipo de pensamiento impedirá que una persona reciba el amor de Dios. Cuando su comportamiento se queda corto, y siempre lo hace, sus propios corazones los condenarán. No pueden creer que Dios pueda amarlos. La verdad es que el amor de Dios no tiene nada que ver con nuestro comportamiento. Él nos ama porque Él es amor (1 Jn. 4:8), no porque seamos encantadores.
Comprender que el amor de Dios es incondicional revolucionará tu vida. Ciertamente lo hizo con la mía.
Otra de las mayores barreras para experimentar el amor de Dios es lo siguiente: ¿Cómo puede un Dios santo amar a gente impía? Para responder eso, expliqué que Dios es Espíritu, y si vamos a conectar verdaderamente con Él en la adoración, tenemos que hacerlo a través de nuestros espíritus nacidos de nuevo (Jn. 4:24). Cuando descubrí quién era yo en el espíritu, me cambió para siempre. Comprenderlo fue lo que me permitió aceptar finalmente el amor de Dios.
Estoy firmemente convencido que una falta de vernos a nosotros mismos “en Cristo” es la raíz de toda la incredulidad y del fracaso a la hora de experimentar el amor puro de Dios. Este es el mensaje de mi vida. Está en el centro de todo el entendimiento que el Señor me ha dado, y creo que tiene que convertirse en una verdadera revelación para todo el que quiera experimentar el amor de Dios en su plenitud.
Esto me llevó a enseñar otra área importante de una mentalidad equivocada. La creencia general de que Dios ‘nos rechaza’ viene de una mala interpretación de las Escrituras, porque usan las escrituras del Antiguo Testamento como fundamento, pero sin el contexto correcto, sin entender que Jesús cambió para siempre la forma en que Dios se relaciona con la humanidad.
No entienden la diferencia entre la forma en que Dios se relacionaba con las personas bajo el Antiguo Pacto de la Ley y la forma en que se relaciona hoy en día con nosotros a través de Cristo.
2 Corintios 5:19 dice:
“Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación”.
Bajo este Nuevo Pacto, Dios no nos está imputando nuestros pecados. Esto es exactamente lo contrario de lo que sucedía bajo el Antiguo Pacto. Esto se explica a detalle en el Nuevo Testamento, y sin embargo el cuerpo de Cristo ha perdido de vista esta verdad. La gran mayoría de cristianos viven bajo la conciencia del pecado todavía, la misma cosa de la que los santos del Antiguo Testamento anhelaban ser libres.
Ellos vieron nuestro pacto por fe y profetizaron sobre la superioridad del Nuevo Pacto que Dios haría con la humanidad. (1 P. 1:10-12). Sin embargo, los cristianos de hoy en día no están aprovechando todos los beneficios del amor de Dios disponibles en el Nuevo Pacto. El pueblo de Dios es verdaderamente destruido por falta de conocimiento (Os. 4:6).
Una mujer se me acercó la última noche de estas reuniones y me dijo que llevaba casi veinte años oyéndome enseñar sobre este tema. Ella dijo que pensaba que lo entendía, hasta que escuchó esta serie de mensajes. “Ahora, finalmente lo entiendo”, me dijo.
La forma en que el Señor me hizo enseñar esta serie fue poderosa. Le trajo una revelación del amor de Dios que nunca había comprendido. Muchos otros estaban experimentando lo mismo. El amor de Dios se estaba haciendo real para ellos.
Quiero que tengas la misma oportunidad de hacer tuya esta revelación. Así que, para ayudarte, tenemos 6 lecciones gratuitas para ti, y un programa a la distancia donde pondrás aprender más acerca del Amor De Dios por ti.