Vivir en el Equilibrio de la Gracia y la Fe 

En nuestros seminarios de La Verdad del Evangelio, siempre aparto un tiempo antes de las reuniones para hablar con amigos y asociados. Una de las preguntas más comunes que me hacen es: "¿Qué debo hacer para recibir las bendiciones de Dios?". Suele ir seguida de esta explicación "He estado orando, leyendo mi Biblia, yendo a la iglesia y dando mis diezmos; y, sin embargo, parece que no consigo que mis oraciones sean contestadas". 

  

En esa pregunta y su explicación se encuentra la raíz del problema: Han caído en la trampa de relacionar la respuesta de Dios directamente a su comportamiento (sus obras carnales). No han entendido el equilibrio entre gracia y fe, y su relación mutua. 

  

Por definición, la palabra gracia significa favor inmerecido, no ganado, no merecido. Por lo tanto, la buena noticia es que la gracia no tiene nada que ver contigo. La gracia existía antes de que tú existieras. Otra forma de decirlo es: la gracia es ‘la parte de Dios’. La fe se define como una respuesta positiva a lo que Dios ya ha provisto por gracia. En otras palabras, la fe es tu respuesta positiva a la gracia de Dios, o la fe solo se apropia de lo que Dios ya ha provisto para ti. Por lo tanto, la fe es ‘tu parte’. 

  

La gracia y la fe trabajan juntas, y deben estar en equilibrio. 

  

Efesios 2:8-9 dice: 

  

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". 

  

A veces leemos un pasaje de las Escrituras que nos resulta tan familiar que no nos detenemos a pensar en lo que realmente dice. En este versículo, se declara una verdad profunda. Dice que somos salvos por gracia por medio de la fe, no dice que por una sola cosa o por la otra. Piénsalo de esta manera: la gracia es lo que Dios hace; la fe es lo que nosotros hacemos. Se necesita que ambos trabajen juntos para recibir la salvación. 

  

La salvación no depende solamente de la gracia. Si así fuera, todo el mundo se salvaría e iría al cielo, porque la gracia de Dios es la misma para todos (Tit. 2:11). Él ya ha dado el don de la salvación a todos por medio de Jesús. Sin embargo, es por la fe que una persona recibe lo que la gracia hizo hace más de 2.000 años. 

  

La mayoría de nosotros creemos que para ser salvos necesitamos pedirle a Dios que nos perdone nuestros pecados, pero eso no es lo que enseña la Biblia. En 1 Juan 2:2, se afirma que Jesús fue el sacrificio expiatorio por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Jesús no sólo murió por aquellos que Él sabía que lo aceptarían. Él murió por cada pecador que ha vivido en esta tierra; y murió antes de que tú o yo cometiéramos algún pecado. 

  

Esta es una verdad radical que haría que me echaran de la mayoría de las iglesias: El pecado no es un problema para Dios. El Señor no está esperando que le pidamos perdón por nuestros pecados. Los pecados del mundo entero: pasados, presentes y futuros, ya fueron perdonados. Incluso a Adolf Hitler se le extendió la gracia. Jesús amó a Hitler y pagó por sus pecados, igual que lo hizo por los tuyos y los míos. Dios no hace acepción de personas (Ro. 2:11). 

  

Dios ya hizo su parte; ahora depende de ti recibir la verdad por fe y hacerla realidad en tu vida. ¡Amén! 

  

Juan el Bautista dijo en Juan 1:29: 

  

"He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". 

  

En Juan 16:8-9, Jesús dijo: 

  

"Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, porque no creen en mí". 

  

La iglesia a menudo malinterpreta esta escritura y predica que el Espíritu Santo está aquí para convencerte de todos tus pecados. Eso no es lo que el Espíritu Santo hace hoy en día. Él está aquí para convencerte del único pecado que no puede ser perdonado, que es no recibir a Jesús como tu Salvador. La única convicción que el Espíritu Santo ministra es la de creer en Jesucristo. 

  

La gente no va al infierno por cometer adulterio, robar o incluso asesinar. Esos, como todos los pecados, ya han sido pagados. Esto es lo que la Biblia dice en Juan 16:8-9, el único pecado que enviará a la gente al infierno es el pecado de rechazar a Jesucristo como su Salvador personal. Así que, ¡deja de magnificar el pecado en tu vida! 

  

El mensaje que predica gran parte de la iglesia hace que seamos conscientes del pecado en lugar de ser conscientes de la justicia (Ro. 3:19-22). También hace que relacionemos nuestro comportamiento con todas las demás bendiciones de Dios. 

  

La gracia de Dios ha provisto no sólo para la salvación sino también para cada necesidad de tu vida. Esa provisión no se basa en si estás leyendo la Biblia lo suficiente, orando lo suficiente, yendo a la iglesia, o incluso dando tus diezmos. Antes de que tuvieras una necesidad financiera, Dios creó la provisión. Antes de que estuvieras enfermo, Dios, a través de la gracia, proveyó tu sanidad (1 P. 2:24). Antes de que te desanimaras, Dios te bendijo con todas las bendiciones espirituales (Ef. 1:3). Dios anticipó cada necesidad que pudieras tener y ha suplido esas necesidades a través de Jesús antes de que existieras. Eso es gracia. 

 

Jesús no ha salvado, sanado, liberado o prosperado a una sola persona en los últimos 2.000 años. Lo que Dios proveyó por gracia hace más de 2,000 años ahora se convierte en realidad cuando se mezcla con la fe. La fe se apropia de lo que Dios ya proveyó. La fe no mueve a Dios; porque Él no es quien está reteniendo la bendición. La fe no obliga a Dios a hacer nada. La gracia y la fe trabajan juntas, y nuestra parte es aceptar y recibir lo que Dios ya hizo. La gracia debe equilibrarse con la fe. 

  

Muchos cristianos creen que Dios se mueve soberanamente como Él quiere y cuando Él quiere. Esto se debe a que la religión enseña que Dios lo controla todo y que nada puede suceder sin su permiso. Sin embargo, eso no es verdad. No todo depende de Dios. Tengo una enseñanza llamada La Autoridad del Creyente que explica esto con más detalle. 

  

Por ejemplo, cuando mi padre murió, me dijeron que Dios lo necesitaba en el cielo más de lo que yo lo necesitaba aquí. Incluso a los doce años, yo entendía que eso no podía ser así. ¿Por qué iba Dios a necesitar a mi padre en el cielo? Dios no mató a mi padre. Eso no es lo que enseña la Palabra de Dios. Las Escrituras dejan muy claro que Jesús vino a destruir las obras del diablo (He. 2:14 y 1 Jn. 3:8). Satanás es el que anda buscando a quien devorar (1 P. 5:8). Es el enemigo quien viene a robar, matar y destruir (Jn. 10:10). 

  

Dios no está siendo representado correctamente. Si fuera culpable de todas las cosas de las que lo culpamos, no hay nación civilizada sobre la faz de la tierra que no le condenaría por sus crímenes contra la humanidad. Creo que la idea de que Dios causa o permite el mal para que de alguna manera crezcamos espiritualmente es la peor herejía en el cuerpo de Cristo. Pensar de esta manera errónea te volverá pasivo y te quitará la esperanza. 

  

Si realmente crees que Dios lo controla todo, ¿de qué sirve hacer algo? Al fin y al cabo, todo depende de Dios, ¿no? Si crees que Dios está intentando enseñarte algo a través de la enfermedad o la pobreza, ¿por qué ir al médico o buscar un buen trabajo? ¿Por qué no sufrir todo lo que puedas y aprender realmente la lección? Necesitas reflexionar lo que estás creyendo, ¿qué tan tonto puedes ser y seguir respirando? 

  

Hermanos y hermanas, esta malinterpretación de ‘la soberanía’ de Dios es una doctrina terrible. La Biblia dice que, en los últimos días, la gente llamará al mal bien y al bien mal (Is. 5:20). Las denominaciones hoy en día están enseñando que cuando te enfermas o experimentas problemas financieros, lo está causando Dios para poder enseñarte algo o hacerte humilde. Ese es un ejemplo tangible de llamar ‘bueno’ a lo malo. 

  

Dios no es responsable de matar bebés inocentes, ni de las violaciones y los abusos; así como no es responsable de la violencia, la pobreza o la enfermedad. Satanás es el autor del mal, y la Biblia dice claramente que debemos resistir al enemigo (Stg. 4:7). Resistir significa luchar activamente contra algo. Si no estamos luchando contra la enfermedad, por ejemplo, entonces nos estamos sometiendo a ella. Decirle casualmente a Satanás: "Por favor, déjanos en paz", no es resistir al diablo. Necesitamos enojarnos con el diablo, y no nos enojaremos si creemos que Dios es el que causa o permite el problema. 

  

La voluntad de Dios no se cumple automáticamente. Jesús dijo que no todos se salvarán (Mt. 7:13), pero las Escrituras dicen que la voluntad de Dios es que nadie perezca (2 P. 3:9). Dios ha provisto salvación, sanidad, provisión financiera, y todo lo demás que necesitamos; pero si no respondemos en fe a lo que ha sido provisto por gracia, no lo recibiremos. 

  

La voluntad de Dios es que todos sean sanados. Hechos 10:38 dice que Jesús anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, y esta escritura denomina "bien" a todo lo que hizo. 1 Pedro 2:24 nos dice que por su herida fuimos sanados, sin embargo, la mayoría de nosotros todavía no hemos recibido su sanidad en nuestras vidas. 

  

La verdad no te hace libre; es la verdad que conoces la que te hará libre (Jn. 8:32). Y la verdad es que necesitas poner tu fe en lo que Dios ya hizo, no en lo que tú haces. Dios, por su gracia, ya proveyó sanidad, prosperidad, perdón de pecados y mucho más. Sin embargo, todo esto debe ser apropiado por la fe individual. 

  

Dios ha hecho su parte al dar a su Hijo, Jesús. Su gracia ha provisto todo a través del sacrificio de Jesús. Esto es casi demasiado bueno para ser verdad porque no hay absolutamente nada que podamos hacer para ganarlo y nada que podamos hacer para perderlo. Nuestra parte es simple: Respondemos a su gracia por fe y nos apropiamos de su obra terminada. 

  

Tan simple como esto suena, la mayoría de los cristianos no entienden este concepto. Asegúrate de que ese no seas tú. Esto es fundamental para tu relación con Dios; y la razón por la que puedes no estar viendo tus oraciones contestadas. Para ayudarte, tengo disponible en español mi libro Vivir en el Equilibrio de la Gracia y la Fe. También está disponible en CD y DVD, si te encuentras dentro de los Estados Unidos. 

  

No lo confundas con mi primer libro, que escribí en 1987, titulado Gracia y Fe. Era una versión abreviada de lo que ahora se ha convertido en una enseñanza más completa, Vivir en el Equilibrio de la Gracia y la Fe. Creo que este mensaje está en el corazón del Evangelio, y es el fundamento del mensaje que Dios me ha dado para ayudar a transformar el mundo. 

 

Muchos enfatizan la gracia y otros la fe. Pero muy pocos enfatizan el equilibrio entre la gracia y la fe. Es como el sodio y el cloruro: Tomados individualmente, ambos son venenos y pueden matarte. Cuando se mezclan, se convierten en sal, que necesitas para vivir. La gracia sin tu respuesta positiva de fe no te salvará, y la fe que no es una respuesta a la gracia de Dios te llevará a la condenación. Pero pon tu fe en lo que Dios ya hizo por ti, y tendrás la victoria que vence al mundo (1 Jn. 5:4). 

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