El Cambio Sin Esfuerzo
Arrodillado junto a mi cama un día de 1968, hice esta oración: "Señor, ¿qué tengo que hacer para llegar a donde Tú quieres que esté?". Abrí los ojos, y al ver mi Biblia sobre mi cama frente a mí, escuché al Señor decir: "Sólo pon Mi Palabra en tu corazón, y ella hará el resto".
Aunque el Señor me dijo esto en oración, era importante para mí poder verlo en la Palabra. Él me reveló y confirmó esto a través de una parábola en Marcos 4:26-29.
La cual dice: “Decía, además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; [27] y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. [28] Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; [29] y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado”.
En esta parábola, Jesús comparó la Palabra de Dios con una semilla (Mc 4:14). Hoy en día, dado que muy pocos de nosotros somos agricultores, puede que necesitemos una pequeña explicación para comprender plenamente estas verdades.
En primer lugar, Él enseñó que la Palabra de Dios tiene que ser plantada como una semilla en nuestros corazones. Así como una semilla no libera su vida hasta que es plantada en la tierra, la Palabra de Dios no nos hará libres hasta que la sembremos en nuestros corazones. Tener la Biblia en nuestras mesas, en nuestras manos o en nuestra cabeza no es suficiente; tenemos que dejar que la Palabra de Dios penetre en nuestros corazones.
En segundo lugar, el hombre que sembró la semilla durmió y se levantó día tras día. Hace falta tiempo para que una semilla germine. No se puede plantar una semilla un día y al día siguiente verla producir algo. Que no se vea nada en la superficie no significa que la semilla no esté creciendo. Si la sacamos todos los días para ver si está creciendo, morirá.
Un agricultor tiene que dejar su semilla en la tierra y creer que está creciendo, aunque no pueda verla. De la misma manera, tú tienes que tener fe en que la semilla de la Palabra de Dios cumplirá para lo que fue diseñada por Dios: producir su fruto en su tiempo. Muchas personas sacan la Palabra hablando directamente en contra de lo que dice, permiten que las circunstancias naturales anulen lo que Dios dice.
Pero cuando meditamos en la Palabra de Dios, ¡comenzamos a experimentar un cambio sin esfuerzo! Puede que parezca que no estamos creciendo, pero lo estamos haciendo, ¡así como esa semilla que está plantada bajo la tierra, aun cuando el granjero no pueda verlo!
Sé que el cambio sin esfuerzo suena imposible para la mayoría de la gente. La gran mayoría de la gente ve el cambio como una de las experiencias más traumáticas de la vida. Pero hay una manera de cambiar sin esfuerzo, y esta es tomar la semilla de la Palabra de Dios y sembrarla en nuestros corazones. Entonces la Palabra producirá todo el cambio que necesitamos.
Nunca has visto a un árbol de manzanas esforzarse para producir una manzana. Toma tiempo, pero viene sin esfuerzo. De la misma manera, es la naturaleza de todos los creyentes nacidos de nuevo ser como Jesús. Pero esto no puede suceder sin plantar la semilla de la Palabra de Dios en tu corazón.
Crecimiento significa cambio. ¿Alguna vez has visto una planta que esté verde y creciendo y no esté constantemente cambiando? Para la planta, es sin esfuerzo; simplemente crece, y el cambio es evidente para todos. Tu vida debería ser así: verde, creciendo, cambiando y siendo evidente para el mundo. La planta nunca se propuso hacer nada. Simplemente crece y da fruto por lo que es, por su naturaleza. La Palabra de Dios es igual. Cuando se siembra, simplemente produce fruto, sin esfuerzo.
Si eres como muchos cristianos, probablemente has tratado de cambiar muchas veces, pero se te hace difícil y frustrante. Eso es porque no lo estás haciendo a la manera de Dios. Hoy te invito a que cambies de método, sustituye la oración, el ayuno y tu propio esfuerzo por la semilla de la Palabra de Dios. No me malinterpretes: La oración y el ayuno son como el agua y el fertilizante para una semilla. Una semilla necesita esas cosas. Pero es la semilla la que tiene el milagro de la vida en ella.
El único esfuerzo de tu parte es sembrar la Palabra de Dios en tu corazón, protegerla y nutrirla. Entonces la Palabra de Dios producirá el cambio.
Toda mi vida y ministerio son el producto de meditar en la Palabra de Dios. Cualquier cosa buena en mi vida o ministerio se debe a cómo la Palabra de Dios me ha cambiado. Creo que es lo mismo para ti. En el mundo natural, todo funciona bajo el principio de la semilla, el tiempo y la cosecha. Lo mismo ocurre en el mundo espiritual. La Palabra de Dios es la semilla que, con el tiempo, produce una cosecha.
Quiero ayudarte a que este año sea un tiempo de cambio y cosecha más fructífero que jamás hayas tenido. He combinado una serie de recursos que te ayudarán a sembrar con éxito la semilla de la Palabra de Dios en tu vida.
En lo natural, reconocemos que no podemos tener una cosecha sin plantar semillas. Pero en el reino espiritual, los cristianos van en contra del principio bíblico de siembra y cosecha. En vez de ir a la Palabra y meditar en las Escrituras, corren a alguien que ha pasado tiempo en la Palabra y le piden ayuda. Esto es un intento de burlar el proceso de sembrar la semilla, tiempo y cosecha. Entonces, si no ven resultados, se confunden y se ofenden. Dios puede suplir necesidades a través de la fe de otros, pero es temporal y no es Su primera opción. Lo mejor de Dios es tomar la semilla de Su Palabra y plantarla en nuestros corazones donde naturalmente y sin esfuerzo producirá los cambios que deseamos.
Cuando el Señor me dirigió a enfocarme en Su Palabra, todo cambió. Esto es demasiado simple para algunos, pero esa palabra de Dios ha sido la manera en que dirijo mi vida y mi ministerio; ha funcionado por cuarenta y seis años, y ha producido resultados milagrosos. Y todo el cambio que ha producido ha sido casi sin esfuerzo. Porque todo lo que tuve que hacer fue permanecer comprometido con la Palabra de Dios. Tú puedes comenzar a sembrar la Palabra de Dios el día de hoy y te aseguro que tu cosecha será mucho mayor de lo que te puedas imaginar.