¿Estás preparado para la tentación? 

Todo nos enfrentamos a la tentación, pero la verdad es que muy pocas personas la enfrentan correctamente. Esto no debería ser así, y mucho menos para los creyentes. Hay maneras muy simples y efectivas de enfrentar a la tentación, y si las pones en práctica, te garantizo que saldrás ganando.  

Se ha dicho: "Si no planeas, es porque estás planeando fracasar". Esta afirmación no podría ser más cierta cuando se aplica a la tentación. No conozco a nadie que se levante por la mañana y oré para fracasar cuando se enfrente a la tentación, pero conozco a muchas personas que se levantan cada mañana y fracasan en planear lo que la Biblia claramente dice que todos enfrentaremos. Así que, lo primero y más importante, es que debes estar preparado. Esto es tan sencillo, que alguien más te tiene que ayudar a no entenderlo. Tristemente, hemos recibido mucha ‘ayuda’ para ignorar las verdades más sencillas, porque muy pocas personas se han tomado el tiempo o han hecho el esfuerzo de prepararse. 

2 Crónicas 12:14 lo dice de esta manera: 

"E hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar a Jehová". 

Aquí está hablando de Roboam, el rey de Judá e hijo de Salomón. Comenzó como un buen rey que buscaba al Señor. Pero al igual que muchas personas hoy en día, no estaba preparado para lo que inevitablemente vendría en su camino. Cuando Satanás viene con una tentación, si no estás preparado, será demasiado tarde. Probablemente perderás la batalla.  

Jesús se preparó. Pasó treinta años preparándose para su encuentro con el diablo, y se preparó con mucha anticipación. A la edad de doce años, les hacía preguntas a los eruditos de la ley y los asombraba con sus respuestas. Obviamente había pasado muchas horas leyendo y estudiando las Escrituras. Estoy seguro de que ese estudio continuó durante toda su vida, pero incluso Jesús necesitaba más. 

Antes de ser tentado por Satanás cara a cara, fue ungido con el Espíritu Santo en su bautismo por Juan en el río Jordán. Jesús fue al desierto para ser tentado por el diablo, lleno del poder del Espíritu Santo.  

Estar lleno del Espíritu Santo es una necesidad absoluta para vencer la tentación. Hay muchos cristianos que recibieron el Espíritu Santo hace años y no se han estado llenando desde entonces. No se trata de lo que nos pasó hace tiempo; tenemos que permanecer llenos del Espíritu Santo. Una manera de hacerlo es hablar en lenguas regularmente. Judas 1:20-21 dice: 

"Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna". 

Orar en lenguas nos edifica sobre nuestra santísima fe. ¿Cuántas veces has necesitado que tu fe te ayude a pasar cierta prueba, y sin embargo no has usado este don del Espíritu Santo? El versículo 21 también dice que nos mantenemos en el amor de Dios cuando hablamos en lenguas. ¿Alguna vez le has pedido al Señor que derrame Su amor en ti? Me imagino que sí, pero aquí no dice que oremos de esa manera; dice que debemos mantenernos en el amor de Dios. Nos mantendremos en Su amor al hablar en lenguas. No le pidamos a Dios lo que Él ya nos ha dado, simplemente avivemos el amor que ya fue derramado en nuestros corazones, hablando en lenguas. Este es un don poderoso. Isaías 28:11-12 dice: 

"porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo, a los cuales él dijo: Este es el reposo; dad reposo al cansado; y este es el refrigerio; mas no quisieron oír". 

¿Alguna vez has necesitado descansar? Te garantizo que sí, y este versículo dice que hablar en lenguas es la manera de tener descanso. Tenemos un don tremendamente poderoso disponible para nosotros a través del Espíritu Santo, pero pocas personas lo aprovechan. En vez de eso, le pedimos a Dios que haga lo que Él nos dijo que hiciéramos. Necesitamos usar este don de hablar en lenguas para edificarnos a nosotros mismos, o corremos el riesgo de hundirnos hasta el fondo. 

También debes conocer tu identidad. Mateo 4 y Lucas 4 registran la tentación de Jesús en el desierto. Uno de los aspectos más asombrosos de estas tentaciones fue que Satanás comenzó dos de las tres tentaciones con las siguientes palabras: "Si eres Hijo de Dios". Mucha gente ha pasado por alto este punto. La verdadera tentación fue el intento de Satanás de hacer que Jesús dudara de quién era Él. Es la misma forma en que atacó a Adán y Eva. La serpiente le dijo a Eva que, si comía del fruto prohibido, sería como Dios (Gn. 3:5). La verdad es que ella ya era como Dios, pero no lo sabía. El primer Adán pecó porque no sabía quién era. El segundo Adán, Jesús, no pecó, porque sí sabía quién era. Conocer tu verdadera identidad en Cristo es una de las mayores defensas que puedes tener contra la tentación.  

Jesús acababa de escuchar a su Padre hablarle con una voz audible diciendo: 

"Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mateo 3:17). 

También hubo una señal visible de Dios cuando el Espíritu Santo descendió sobre Jesús en forma de paloma. Jesús tuvo que anclar su fe en lo que Su Padre dijo que era. Porque inmediatamente después de esto, Satanás se presentó a tentarlo, diciendo: 

"Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan" (Mateo 4:3). 

La verdadera tentación nunca consistió en convertir las piedras en pan. Fue el intento de Satanás de manipular a Jesús para que dudara de la Palabra de Su Padre y que tratará de demostrar quién era Él. Satanás estaba tratando de encontrar y aprovechar cualquier inseguridad en Jesús. 

Cuando eras niño, seguramente en algún momento alguien te retó a hacer alguna travesura. El verdadero reto no era si podías hacerlo o no, sino que se trataba de probar si tenías "miedo" de hacerlo. Y es triste decirlo, pero muchos de nosotros aceptamos el reto e hicimos algo que nos hizo daño o nos avergonzó sólo para demostrar que no éramos cobardes, que no teníamos miedo. Lo único que logramos demostrar fue que teníamos tanto miedo a no ser aceptados, que no estuvimos dispuestos a hacer lo correcto. La respuesta valiente y correcta habría sido alejarnos, seguros de quiénes éramos, ganándonos su respeto a través del carácter y no del comportamiento. 

Satanás estaba desafiando a Jesús: "Si realmente eres el Hijo de Dios, si lo que oíste del Padre con voz audible es cierto, demuéstralo y convierte esta piedra en pan". Convertir una piedra en pan no habría sido pecado. Habría sido pecado si Jesús hubiera dudado de las palabras de Su Padre Celestial, cuando dijo quién era Él, y poner su fe en un milagro para probar quien era Él. Debes saber quién eres si quieres vencer la tentación. No importa la forma que tomen las tentaciones de Satanás, todas están dirigidas a hacernos dudar de nuestra identidad. 

También es importante entender que toda tentación tiene sus raíces en el egocentrismo. De hecho, nuestro egocentrismo es el patio de juegos de Satanás. Jesús lo despojó de su poder hace dos mil años, así que lo único que puede hacer es engañarnos a través de nuestros deseos egoístas. La Biblia nos dice exactamente cuáles son en 1 Juan 2:16: 

"Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo". 

Y en Santiago 1:14 leemos: 

"Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido". 

 

Satanás no tiene poder ilimitado; el engaño es su única arma. Todo lo que puede hacer es tratar de engañarnos para que pensemos que Dios no puede o no quiere bendecir nuestras vidas. Cada tentación del enemigo se presenta en la forma de los deseos de la carne, los deseos de los ojos, o el orgullo de la vida. Pero todas están diseñadas para seducirnos y hacernos dudar de que Dios ya ha provisto para nuestras necesidades. El egocentrismo es siempre ‘el patio de juegos’ favorito del diablo, y cuando el egocentrismo domina nuestras vidas, abrimos una puerta a sus engaños. 

No puedes ser tentado si antes no has pensado en ello. Toda tentación está ligada a lo que piensas. Por lo tanto, controla tus pensamientos, y controlarás la tentación. Esta es una verdad simple pero profunda. Es la razón por la que la mayoría de la gente cae en la tentación. Es como una mujer que no quiere quedar embarazada, pero sigue teniendo relaciones sexuales sin usar un método anticonceptivo. Tarde o temprano, quedará embarazada. Piensa en las cosas equivocadas el tiempo suficiente, y tarde o temprano caerás en pecado cuando seas tentado. 

 

Filipenses 4:8 dice esto: 

"Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad". 

 

La tentación vendrá, pero es difícil para el diablo engañarte cuando tu mente se mantiene en estas cosas. Satanás sólo puede trabajar con lo que tú le das, así que no le des espacio en tu mente. Podrás evitar muchas de las tentaciones que enfrentas si pones esto en práctica. 

La Palabra es poderosa: úsala. Jesús contrarrestó cada tentación del diablo con la Palabra. Piénsalo, Jesús era la Palabra, y todo lo que Él dijo habría sido Escritura y más que suficiente para reprender al diablo. Sin embargo, Él decía: "Escrito está" y luego citaba la Palabra de Dios. Si era importante para Jesús citar la Palabra, es aún más importante para nosotros hacer lo mismo. Debemos conocer la Palabra de Dios para vencer efectivamente la tentación. No puedes citar escrituras que no has aprendido, y no hay poder alguno en lo que no sabes ni entiendes.  

No esperes estar en medio de una gran tentación para comenzar a pensar en cómo lidiar con ella; será demasiado tarde.

Anterior
Anterior

Descubre qué determina tu Destino 

Siguiente
Siguiente

¿Cómo te roba Satanás?