La Verdadera Naturaleza De Dios 

Hace poco, el Señor me despertó a las 3:30 de la madrugada con estas palabras: "Te he promovido para que cambies la opinión que la gente tiene de Mí. Eso cambiará sus vidas, y entonces cambiarán el mundo". ¡Vaya! Eso lo resume todo. 

  

Si la gente supiera lo bueno que es Dios, le amarían y vivirían para Él. Eso, a su vez, resolvería todos los problemas del mundo. Pero Dios ha sido tan calumniado que la mayoría de la gente no lo conoce como el Dios bueno que realmente es. 

  

¿A qué se debe esto? 

  

Uno de los mayores problemas es el mal uso de la Ley por parte de la religión. Esto ha hecho un daño tremendo a la imagen de Dios. La Ley vino por Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo (Jn. 1:17). La Ley no era inexacta, sino incompleta. Y si no se aplica correctamente, da una representación equivocada de Dios. 

  

Jesús era la representación perfecta de Dios (He. 1:3). Él dijo que, si lo hemos visto a Él, entonces hemos visto al Padre (Jn. 14:9). Hizo exactamente lo que vio hacer a su Padre (Jn. 5:19). Jesús nos mostró que Dios es amor (1 Jn. 4:8). Sin embargo, se le acusaba constantemente de quebrantar la Ley. 

  

Por supuesto, Jesús no quebrantó la Ley. Él es el único que realmente cumplió la Ley. Pero la misericordia y la gracia que Jesús extendió hacia la gente era radicalmente diferente del "ojo por ojo" y "diente por diente" de la Ley del Antiguo Testamento. 

  

Jesús perdonó a una mujer a la que la Ley condenaba a muerte (Jn. 8:1-11). Jesús comió y convivió con publicanos y pecadores, cosa que los judíos legalistas de su tiempo no hacían (Mt. 9:11). Jesús tocó a los intocables (Mt. 8:3) y amó a los que no merecían amor (Lc. 8:2). Nos mostró gracia y misericordia, algo que la Ley del Antiguo Testamento no hizo. 

  

Una comprensión equivocada del propósito de la Ley del Antiguo Testamento conduce a una comprensión errónea de la naturaleza de Dios. La mayoría de la gente cree que Dios dio la Ley para mostrarnos lo que necesitábamos hacer para obtener una relación con Él. Pero la Ley nunca tuvo la intención de llevarnos a una relación con nuestro Padre celestial. Su intención era mostrarnos nuestro pecado y nuestra necesidad de Dios. Fue dada para mostrarnos cuan impíos éramos para que dejáramos de tratar de ganar la salvación y solo la recibiéramos como un regalo por fe. Fue para cambiarnos de la justicia propia a una justicia de fe que sólo podía venir mediante un Salvador (Ro. 10:3-4). 

  

Considera algunas de las cosas que las Escrituras dicen acerca de la Ley: 

  

- La Ley fortalecía el pecado (1 Co. 15:56). 

  

- La Ley era un ministerio de muerte y condenación (2 Co. 3:7 y 9). 

  

- La Ley daba culpa y conciencia del pecado, no salvación (Ro. 3:19-20). 

  

- La Ley dio vida al pecado y muerte a la humanidad (Ro. 7:9). 

  

- La Ley magnificó el pecado y produjo desesperanza (Ro. 7:13-25). 

  

¿Por qué nos daría Dios algo con todos estos efectos negativos? Fue porque ya estábamos vencidos por el pecado y no lo sabíamos. Antes de que pudiéramos ser motivados a recibir el regalo de Dios de la salvación por gracia mediante la fe en un Salvador, necesitábamos estar convencidos de que no podíamos salvarnos a nosotros mismos. 

  

Entonces, el Señor reveló su estándar de santidad (la Ley), que era infinitamente más alto de lo que cualquiera de nosotros podría alcanzar. Teníamos que llegar al final de nosotros mismos antes de que pudiéramos empezar a encontrar a Dios. La Ley era perfectamente adecuada para ello. Nos acorralaba hacia la fe, de modo que nuestra única esperanza era mirar hacia arriba (Ga. 3:23). 

  

Cuando la Ley se usa para ese propósito, entonces es buena (1 Ti. 1:8). Pero cuando a la gente se le enseña que las bendiciones de Dios dependen de nuestro comportamiento, eso mata la fe en lo que Jesús hizo por nosotros. La religión ha enseñado que tenemos que cumplir con las demandas de la Ley para que Dios nos ame o nos use. ¡Eso es totalmente erróneo! 

  

Por 2,000 años, después de la caída de Adán, Dios trató con la humanidad por medio de la misericordia y la gracia, lo cual no era evidente cuando vino la Ley. Por ejemplo, Dios protegió al primer asesino (Gn. 4:15) en lugar de matarlo como la Ley prescribió más tarde (Lv. 24:17). Abraham se casó con su hermanastra, lo que según la Ley se castigaba con la muerte (Lv. 18:9). Jacob se casó con dos mujeres que eran hermanas, lo que la Ley condenaba a muerte (Lv. 18:18). Sin embargo, Abraham y Jacob se convirtieron en dos grandes patriarcas del Antiguo Testamento porque Dios no estaba imputando los pecados del hombre en ese momento (Ro. 5:13). Pero cuando llegó la Ley, la ira de Dios se desató contra el pecado (Ro. 4:15), y quedamos atrapados en el medio. Dios hirió a la gente con lepra (Nm. 12:10 y 2 Cr. 26:19 20) y toda clase de plagas (Dt. 28:15-68) a causa del pecado. 

  

Sin embargo, esta no fue la reacción original de Dios ante el pecado, como puede verse por el hecho de que fue 2,000 años después del pecado de Adán cuando dio la Ley y liberó su ira. Él no estaba imputando el pecado del hombre hasta que la Ley fue dada. 

  

Sin embargo, la Ley hizo que el pecado cobrara vida, y nos matara (Ro. 7:9). La Ley liberó la ira de Dios (Ro. 4:15). Esto sirvió para dos propósitos principales. Primero, el despliegue de la ira de Dios contra el pecado cambió para siempre la manera en que el hombre pensaba del pecado. Ahora tenía evidencia gráfica de cuánto odiaba Dios el pecado, así que esto sirvió como freno para el pecado. 

 

En segundo lugar, y lo que es más importante, la Ley ofrecía una norma de desempeño tan perfecta que quienes la comprendían veían claramente que nunca podrían ser lo bastante buenos para recibir nada de Dios. Eliminó cualquier engaño de que Dios nos debía algo, y nos hizo arrodillarnos ante Dios por misericordia. Eso es GRANDE, y eso es lo que la Ley pretendía hacer. 

  

Un uso apropiado de la Ley nos lleva a Dios por misericordia y no lejos de Dios por la culpa y condenación. Una vez que venimos a Jesús y recibimos la salvación como un regalo (Ro. 6:23), ya no estamos bajo la Ley sino bajo la gracia (Ro. 6:14). 

  

Dios siempre quiso relacionarse con nosotros por gracia, pero no podía mirar hacia otro lado e ignorar el pecado. La deuda del pecado tenía que ser pagada. Por eso vino Jesús. Él sufrió toda la ira de Dios contra todo el pecado de toda la humanidad (Jn. 12:32). Aquellos que reciben la gracia de Dios aceptando la salvación como un regalo por la fe en Jesús no tienen más ira contra ellos. El Señor nunca se enojará con nosotros ni nos reprenderá (Is. 54:9). ¡Aleluya! 

  

Nuestra deuda de pecado ha sido pagada. No sólo eso, sino que hemos llegado a ser la justicia de Dios en Cristo (2 Co. 5:21). Este es el gran intercambio. Él no sólo quitó nuestro pecado, sino que nos dio su justicia. Ahora somos tan limpios y santos en nuestros espíritus como lo es Jesús (1 Jn. 4:17). Eso es poderoso. Si la gente pudiera entender lo que he compartido en este artículo, todo cambiaría. 

  

Por eso hice la enseñanza titulada La Verdadera Naturaleza de Dios. Esta enseñanza armoniza la ira y el castigo de la Ley del Antiguo Testamento con la gracia y la misericordia del Nuevo Testamento. No se puede tener una buena relación con alguien a quien no se conoce realmente. Esta enseñanza revela a nuestro amoroso Padre celestial de una manera que te permite recibir su amor como nunca antes. Te animo a conseguir mi libro completamente traducido al español sobre este tema. 

  

Me gustaría que pudieras ver lo que el Señor está haciendo en el Instituto Charis. La gente está cobrando vida a medida que aprenden las verdades que he compartido aquí. Ellos verdaderamente están cambiando sus opiniones de Dios, y este mensaje los está cambiando. Escucho sus testimonios todos los días. Y espero plenamente que vayan y cambien el mundo. ¡Gracias, Jesús! 

  

Gracias a todos los que nos están ayudando a desarrollar un instituto bíblico de categoría mundial en el que se están levantando miles de ministros y creyentes que están listos para cambiar el mundo, y preparados para llevar este Evangelio de buenas noticias hasta los confines de la tierra. El Evangelio es el poder de Dios, y estamos viendo cómo libera a la gente. Gracias por todo lo que hacen para que esto sea posible. No podríamos hacerlo sin ustedes. 

  

Si aún no te has unido a nosotros como un asociado de la gracia, por favor considera hacerlo. Hay muchas cosas en este mundo que compiten por nuestro dinero, pero cambiar la vida de las personas que, a su vez, cambiarán el mundo tiene que ser una prioridad. Por favor, considera formar parte de este ministerio que cambia vidas. 

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