Cómo Mantenerse Lleno de Dios

¿Alguna vez has sentido que Dios y tú se han distanciado y que el amor y la alegría que una vez experimentaste con Él se han desvanecido? Si es así, no estás solo. La mayoría de los cristianos sienten que las experiencias que tienen con Dios disminuyen con el tiempo y que necesitan otra experiencia nueva con Él. Pero eso no es lo que enseña la Biblia. 

  

La Biblia dice que Dios nunca nos dejará ni nos desamparará (He. 13:5). Si eso es cierto, y lo es, ¿quién es el que se mueve? Como creyentes nacidos de nuevo, todos podemos vivir en la plenitud de Dios cada día de nuestras vidas. Dios está continuamente derramando su amor, gozo, paz, conocimiento de revelación, y sus demás bendiciones. Pero podemos llegar a un punto en el que no estamos recibiendo y "sentir" que Él se ha alejado. 

  

Romanos 1:21 dice: 

"Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido". 

  

Esta escritura contiene cuatro elementos, o claves, que pueden guiarnos y mantenernos operando en la plenitud de Dios. En pocas palabras son: glorificar a Dios, ser agradecidos, reconocer el poder de la imaginación, y tener un buen corazón. Tenemos el poder de controlar cada una de ellas en nuestras vidas. 

  

Glorificar a Dios 

  

A lo largo de la Biblia, encontramos que la palabra magnificar es la misma palabra traducida glorificar. Por lo tanto, magnificar y glorificar pueden ser usadas indistintamente. Y magnificar significa "hacer más grande". 

  

¿Sabías que puedes engrandecer a Dios? Técnicamente hablando, Dios es quien es, independientemente de lo que tú pienses, pero en términos de tu percepción, Él puede ser grande o pequeño, tú tienes el poder de hacer de Él una cosa u otra en tu vida. 

  

La mayoría de nosotros nos hemos convertido en expertos para agrandar el problema y minimizar a Dios y su Palabra. Recuerdo a una mujer que pensó que estaba embarazada, pero descubrió que tenía cáncer, los doctores le dijeron que necesitaba una histerectomía inmediatamente, y que sólo tenía un 50 por ciento de posibilidades de vivir; pero sin la cirugía, no viviría más de dos semanas. 

  

Vino a verme llorando: "Andrew, ¿qué voy a hacer?" No siempre respondo así, pero creo que Dios me llevó a decir lo que le dije. Comencé a reír y declaré: "¡El cáncer no es un problema para Dios! ¡Las luces del cielo no se apagarán si el Señor te sana! No es más difícil sanarse de un cáncer que de un resfriado". 

  

Empecé a magnificar y glorificar a Dios, Hice al Señor más grande y al cáncer más pequeño. Lo único que hacía que el cáncer fuera insuperable era el valor que le dio esta mujer a lo que le dijeron los médicos. Incluso la llamaron tonta por negarse al tratamiento y le hicieron firmar unos documentos para eximirles de responsabilidad "cuando" muriera. Pero ella decidió mantenerse firme y creer en Dios. Han pasado casi veinte años desde que se negó a someterse a aquella operación, y ahora tiene muchos hijos. 

  

¿Qué valoras? ¿Qué es más importante para ti? Puedes magnificar al Señor y hacer que Él y su Palabra sean más grandes que cualquier problema. Hazlo glorificándole, alabándole y agradeciéndole. Busca en la Palabra a alguien que haya superado una situación similar a la tuya. Medita en la Palabra, y hazla más real que el problema. Tú necesitas llegar a un lugar donde la Palabra de Dios sea verdadera y donde Él sea más grande que cualquier situación. 

  

"Todo es posible para el que cree" (Marcos 9:23). 

  

Agradecimiento 

  

Pablo enumeró la falta de gratitud como una de las señales del fin de los tiempos y la citó en el mismo versículo junto a la codicia, el orgullo, la blasfemia y la impiedad (2 Ti. 3:1-2). No muchos discutirían que vivimos en una sociedad llena de gente desagradecida, incluso a pesar del hecho de que tenemos más prosperidad y oportunidades que cualquier generación que haya vivido jamás. 

  

La segunda clave para permanecer llenos de Dios es un corazón agradecido. Glorificar, magnificar y agradecerle, están interrelacionados, pero para glorificar a Dios, debes ser agradecido. Al agradecerle, estás recordando lo que Él ha dicho y hecho, lo cual lo engrandece. 

  

"Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios"  

(Sal. 103:2). 

  

Ser agradecido implica tanto humildad como memoria. La humildad es la comprensión de que no lograste estas cosas por ti mismo. Entonces, recordar humildemente las cosas buenas que Él ha hecho por ti siempre trae agradecimiento. Por lo tanto, es importante mirar hacia atrás y recordar tus victorias y reconocer que el poder de Dios las hizo realidad. 

  

"Entrad por sus puertas con acción de gracias, y por sus atrios con alabanza; dadle gracias, y bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; eterna es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones"  

(Sal. 100:4-5). 

  

Cada vez que sientas la tentación de quejarte de un problema, detente. En lugar de eso, reconoce la presencia de Dios y dedica diez minutos a agradecerle su bondad. Si lo haces, descubrirás que el deseo natural de quejarte desaparecerá, y el problema se reducirá cuando empieces a verlo con la perspectiva adecuada. 

  

Imaginación 

  

La imaginación es mucho más importante de lo que la mayoría de la gente cree. La palabra hebrea que se tradujo como "imaginación" en el Antiguo Testamento significa literalmente "concepción". La imaginación es como se conciben las nuevas ideas. Sin ella, las personas se vuelven estériles, espiritual y creativamente. 

  

Hace unos años, hice un viaje a Israel. Recuerdo una parada en el valle de Elah. Bajé del autobús y caminé hasta un pequeño arroyo. Recogí cinco piedras lisas, tal y como lo hizo David en el pasado, y empecé a imaginar lo que debió de ser para David cuando se enfrentó a Goliat. La historia cobró vida frente a mis ojos. 

  

La Palabra de Dios cobra vida cuando puedes imaginarte de qué está hablando. Deja que la Palabra de Dios controle tu imaginación mientras piensas en las Escrituras, y verás cosas en las Escrituras que no puedes ver con tus ojos físicos. Lo ves en tu interior, en tu imaginación. 

  

Cuando la Biblia dice que eres sano, tienes que meditar en esa verdad hasta que te veas sano. La mayoría de las personas permiten que su imaginación se vuelva vana, y aceptan la imagen que los doctores han pintado en vez de estar de acuerdo con la Palabra de Dios. Les dicen un futuro trágico, y se lo imaginan como verdad. 

  

Cuando fallamos en ser agradecidos y glorificar a Dios, nuestras imaginaciones automáticamente se vuelven vanas. Eso no significa que no estén funcionando; significa que empiezan a trabajar en contra de nosotros. Aquellos con imaginaciones vanas son pesimistas, imaginando fracaso en lugar de éxito. Necesitamos usar nuestras imaginaciones para estar de acuerdo con la Palabra de Dios y vernos como Dios nos ve: felices, saludables y prósperos. 

  

Un buen corazón 

  

Las Escrituras dejan muy claro que la actitud de tu corazón es mucho más importante que tus acciones. 

Jesús lo dijo de esta manera en Mateo 23:25-26: 

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio". 

  

Al Señor le importa más tu corazón que tus acciones. 

  

Mateo 12:35, Marcos 7:21-23, y Proverbios 23:7 lo dejan aún más claro: 

  

"Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre." (Mt. 12:35). 

  

"Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los robos, la avaricia, la maldad, el engaño, la lascivia, el mal de ojo, la blasfemia, la soberbia, la insensatez: Todas estas cosas malas salen de dentro y contaminan al hombre" (Mr. 7:21-23). 

  

"Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Prov. 23:7). 

  

Nuestros corazones controlan lo que decimos, y también controlan lo que hacemos. Todo lo anterior es producto de nuestro corazón. Lo contrario también puede ser cierto. El amor, el gozo, la paz, la paciencia y el resto del fruto del Espíritu también son productos de lo que nuestro corazón cree. La razón por la cual el corazón responde de una manera negativa es porque permitimos que sea dominado por cosas externas, o físicas, en vez de por la Palabra de Dios. 

  

Nuestro entendimiento es entonces oscurecido, y nos volvemos insensibles a Dios. En realidad, causamos que nuestros corazones se endurezcan. La palabra endurecer, según el diccionario, significa: ‘frío, insensible, sin sentidos e inflexible’. Cuando nuestros corazones se endurecen o se vuelven insensibles a Dios, automáticamente se vuelven sensibles, dominados y controlados por nuestros sentidos físicos. 

  

Entonces, ¿qué hace la mayoría de la gente cuando se dan cuenta de que sus acciones están siendo controladas por sus corazones y están causando problemas para ellos mismos y para los demás? Recurren a la modificación del comportamiento. Tratan de cambiar sus acciones sin cambiar sus corazones, y eso nunca funciona a largo plazo. Si quieres que tu comportamiento cambie, debes cambiar tu corazón. Debes asegurarte de que la Palabra de Dios sea la influencia dominante en tu vida. 

  

Si pones en práctica estas cuatro claves, no volverás a ser el mismo. Cambiará la forma en que piensas sobre todos y todo lo que te rodea. Te dará una perspectiva de Dios. 

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