Tú tienes un super poder: tu autoridad espiritual 

Por favor, toma un minuto para leer esta carta que recientemente recibí de una joven de 19 años. 

   Estimado Sr. Wommack, me doy cuenta de que usted debe recibir frecuentes cartas relacionadas con su ministerio. Pero aún con ese conocimiento, me siento obligada a escribirle. Acabo de terminar de escuchar su serie de audio titulada "Autoridad Espiritual", y ha cambiado mi vida. 

Cuando estaba en la secundaria, me involucré en la Wicca, o Paganismo. Durante dos años y medio jugué con los poderes de satanás, llamando a numerosos demonios para que hicieran mi voluntad. No sólo estaba endemoniada, sino que también consumía drogas y alcohol. Unos meses antes de convertirme al cristianismo, empecé a darme cuenta de que había perdido el control de mi vida. De hecho, a pesar de que pensaba que yo controlaba a los poderes demoniacos, yo era quien estaba siendo controlada. Mi libre albedrío estaba tan enredado con el engaño de satanás que perdí la capacidad de pensar por mí misma.   

El 29 de agosto de 1996, acepté a Cristo como mi Señor y Salvador. En el momento en que confesé mi pecado y le entregué mi vida a Dios, Él me liberó de los demonios, las drogas, el alcohol, los cigarrillos y las relaciones sexuales en las que estaba involucrada. Pensé que me había librado para siempre del poder de satanás. 

 No pasó mucho tiempo antes de que el miedo comenzara a vencerme. Los demonios con los que una vez tuve compañerismo me atormentaban día y noche. Podía verlos en la esquina de mi habitación mientras trataba de dormir. Cuando salía por la noche, podía sentir su presencia. Al cabo de un tiempo, empecé a sobrellevarlo y se convirtió en una parte cotidiana de mi vida. Sabía que no podían tocarme, pero me aterrorizaba. 

Casi cuatro años después de mi conversión, seguía lidiando con estas fuerzas demoníacas. Fue sólo cuando escuché su serie que entendí el poder y la autoridad que tengo sobre ellos. En lugar de esconderme literalmente bajo las mantas por miedo al demonio en la esquina de mi habitación, sonrío, alabo a Dios y me duermo. 

 Su ilustración de cómo a veces nos imaginamos a los demonios me interesó especialmente. Usted dice que nos los imaginamos como bestias imponentes con garras y cosas así, cuando en realidad son cosas pequeñas y lloronas. Eso es muy cierto. El único poder que tienen es el que nosotros les damos. ¡Qué bendición por fin darme cuenta! Mi perspectiva de la vida ha cambiado totalmente, gracias a su voluntad de ser usado por Dios. Si no fuera por las verdades piadosas de su ministerio, todavía estaría esclavizada por mi miedo. 

Ahora estoy persiguiendo activamente el llamado que Dios puso en mi vida, un llamado al ministerio. Estoy emocionada y ansiosa por el futuro y las cosas que Dios podrá  lograr por medio de mi obediencia. Mi caminar cristiano es más fuerte que nunca, y mis amigos me preguntan constantemente qué hay de diferente en mí. No parecen comprender que una joven de diecinueve años pueda estar tan enamorada de Dios que sea físicamente evidente. 

 Nuevamente le agradezco por decidir dar un paso de fe y ser usados por Dios. Dios, por medio de usted, ha tocado mi vida y, estoy segura, las vidas de muchos otros. Estoy deseando escuchar el resto de sus enseñanzas. 

  Tori de PA 

  

¿¡No es asombroso!? Gloria a Dios por el poder de la verdad y cómo nos hace libres (Jn. 8:32). El único poder que Satanás tiene es el poder del engaño, y lo peor del engaño es que uno no sabe que está siendo engañado. De lo contrario, no sería engaño. Una vez que se recibe la verdad, el engaño pierde todo su poder. Por lo tanto, Satanás pierde todo su poder cuando conocemos la verdad. 

  

Mucha gente no conoce la verdad sobre la derrota de satanás. De hecho, muchos cristianos son el mismo instrumento que el diablo está usando para fomentar el engaño de que él aún es un enemigo poderoso. La "Guerra espiritual" es uno de los temas más populares en la iglesia hoy en día. La gente está gastando grandes cantidades de energía constantemente luchando contra el diablo de maneras contrarias a las Escrituras, pero en realidad, Satanás ya fue derrotado. No necesitamos volver a derrotarlo. 

  

Necesitamos enterarnos de que Satanás ya ha sido completamente destruido (He. 2:14) y simplemente darle valor a su derrota. El único poder que tiene es el poder de engañar. Nuestra batalla debe ser contra las artimañas (engaños) del diablo (Ef. 6:11), no contra el diablo mismo. Cualquier otro enfoque es en realidad darle al diablo la autoridad y el poder que no tiene, y lo utiliza para intimidarnos. La única arma que satanás tiene es el poder que le damos cuando creemos sus mentiras. 

  

La guerra solo tiene lugar entre dos enemigos invictos. Una vez que un enemigo ha sido conquistado, la guerra ha terminado. Satanás es un enemigo derrotado. 

  

Colosenses 2:15 dice: "Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz". El significado arcaico de la palabra "despojando" aquí es "saquear; despojar" (American Heritage Dictionary). Esto significa que después de que Jesús derrotó a Satanás, lo despojó de todo lo que tenía, específicamente de las llaves de la muerte y del infierno (Ap. 1:18). Satanás no tiene poder para encarcelar a nadie. 

 

La palabra griega que se tradujo como "exhibió" en este versículo (Col 2:15) es "deigmatizo", que significa "exhibir" (Concordancia de Strong). Viene de la palabra raíz "deigma" que significa "un espécimen en exhibición". Satanás es como uno de esos bichos que teníamos que capturar para la clase de biología. Lo atrapábamos y luego lo empalábamos en una tabla con un pequeño alfiler para exhibirlo. Tienes que imaginarte al diablo clavado en la cruz de Jesús como un bicho en exhibición. ¡Aleluya! ¡Toma eso, Sr. Diablo! 

  

La palabra griega que fue traducida "triunfando sobre" en Colosenses 2:15 es especialmente significativa. Significa "hacer una procesión aclamatoria" (ibid.) Esto se refiere específicamente a la forma en que los romanos tenían una "procesión triunfal" después de haber derrotado a sus enemigos. 

  

Tras vencer a un enemigo, los romanos organizaban un desfile. Tomaban al rey conquistado, lo desnudaban y lo arrastraban entre la multitud detrás del rey o comandante conquistador para que todos sus súbditos lo vieran. Sería humillado e insultado, pero eso no es todo. También le cortarían los pulgares de las manos y los dedos gordos de ambos pies. Esto era para asegurar a los súbditos que este enemigo nunca volvería a ser una amenaza para ninguno de ellos. No podría sostener una espada y nunca sería capaz de correr de nuevo. Ya no había necesidad de temerle. Cualquier rumor de que volviera a desafiar a Roma sería ridiculizado porque los ciudadanos lo habían visto en el desfile. 

  

Lo mismo le ocurrió al diablo. A eso se refiere este versículo. Jesús no sólo venció al diablo, sino que tuvo una procesión triunfal para mostrar al diablo al universo como un enemigo totalmente vencido. Satanás no debe aterrorizarnos nunca más. Desafortunadamente, muchos cristianos se han perdido el desfile. Ellos no han visto la procesión triunfante de Dios que fue descrita en la Palabra de Dios donde Satanás fue mostrado como un enemigo totalmente derrotado. Circulan rumores de que Satanás es un enemigo poderoso del que hay que defenderse. No es así. 

  

Satanás todavía está vivo, eso es cierto, pero sólo porque tiene muchas mentiras circulando acerca de su poder contra nosotros. Su poder reside en todas esas mentiras que la gente cree. Si creemos sus mentiras, entonces él usa nuestra propia autoridad, que nuestro miedo le concede, para obrar su destrucción en nuestras vidas. Él no tiene poder propio. Él usa el poder y la autoridad que nuestra fe mal dirigida le da. 

  

Cuando apenas comenzaba mi caminar con el Señor, llegué al conocimiento de que los demonios existen, y no están todos en África. Nos encontramos con demonios a menudo, y ellos son quienes obran gran parte del mal que vemos cada día. Al principio, esto me causó un miedo que hizo que estos demonios entraran en mi vida. Por un lado, me resistía a ellos, pero por medio del miedo también les daba poder. 

  

Un ejemplo de esto me sucedió en Arlington, Texas, donde crecí. Estaba enamorado del Señor y quería ministrar a la gente. Decidí abrir lo que llamé el "Centro Cristiano Arlington". Iba a ser un hogar donde la gente que estaba siendo controlada por cosas como el alcohol, las drogas, el sexo, etc. pudiera venir y quedarse mientras nosotros rompíamos el poder del diablo sobre ellos y ayudábamos a liberarlos. Alquilé una casa de dos pisos, justo al borde del campus de la Universidad de Texas en Arlington, y empecé a arreglarla. 

  

Esta casa había sido una casa de fraternidad, y había habido mucha actividad demoniaca en la casa antes de nuestra mudanza. La gente se había ido, pero no todos los demonios. Había algunas cosas extrañas en ese lugar. Una noche estaba trabajando allí a la 1:00 am, y algunos demonios me atacaron. No había nadie en esa casa excepto yo, pero me estaban golpeando y asfixiando, y yo estaba luchando por mi vida. 

  

Salí corriendo de aquella casa, me subí a mi coche y conduje en reversa para salir. Estaba listo para "quemar llanta" y alejarme lo más rápido posible de allí. Justo antes de poner el coche en marcha, oí al Señor decirme: "¿Qué estás haciendo?". Le dije que me alejaba de aquel lugar lo más rápido posible. Entonces me recordó la armadura del cristiano que se describe en Efesios 6:10-18, y me dijo: "No hay armadura que te cubra las espaldas". 

  

Yo sabía lo que Él quería decir. Estaba diciendo que la armadura que me había dado sólo funcionaba cuando me enfrentaba al diablo, no si me daba la vuelta y huía. Pensé: “Señor, no querrás que vuelva a ese lugar y me enfrente a esos demonios, ¿o sí?”. No me dijo nada más. Volví a entrar al garaje y pensé en lo que estaba a punto de hacer durante lo que me pareció una eternidad. Finalmente, salí del coche y volví a entrar en aquella casa. Pasé el resto de la noche luchando contra el miedo y los ataques físicos del diablo. Cuando salí por la mañana, los demonios se habían ido y había una paz sobrenatural en aquel lugar. 

 

Durante ese tiempo, tuve muchos ataques demoníacos contra mí. Tuve sueños en los que los demonios me atacaban, y me despertaba sangrando por esos encuentros. No eran sólo en mi mente. Me atacaban físicamente. Eso también paso una noche en Louisiana en una conferencia bíblica. Sentí como si me estuvieran asfixiando hasta la muerte. Yo gané, pero estos encuentros demoniacos no eran divertidos. 

  

Entonces un día mientras estaba orando y atando a cada demonio en cada país y ciudad, me di cuenta de que estaba pasando más tiempo en mis oraciones hablando con el diablo y reprendiéndolo que hablando con el Señor. Sabía que eso no estaba bien. El Señor comenzó a revelarme que toda mi atención en el diablo en realidad le estaba dando estas entradas en mi vida, lo que causó todos estos ataques. 

  

Me arrepentí y cambié mi forma de pensar y mi enfoque y ¿adivinen qué? Han pasado por lo menos treinta años desde la última manifestación demoníaca en mi vida. He visto demonios manifestarse a mi alrededor en otras personas, y los he expulsado; pero esos ataques personales cesaron casi instantáneamente. Nunca ha habido otra porque la única razón por la que los diablillos de Satanás fueron capaces de manifestarse contra mí en primer lugar fue por el miedo que yo les tenía. Pero ahora, el miedo se ha ido, y, por lo tanto, también su poder. 

  

Esta es una revelación asombrosa y no es la doctrina teológica dominante sobre Satanás y los demonios hoy en día. Esta verdad necesita desesperadamente ser comunicada a todo el cuerpo de Cristo. 

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