El Poder de las Palabras Llenas de Fe 

Si queremos empezar a ver el poder de Dios manifestarse en nuestras vidas, tendremos que empezar a prestar atención a lo que decimos. Las palabras tienen poder, más de lo que cualquiera de nosotros se da cuenta; pero a menudo las decimos como si no tuvieran sentido. Debido a eso, la mayoría de los creyentes han terminado colgados por su propia lengua en alguna circunstancia.   

Mateo 12:36-37 dice, 

" Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. "   

"Toda palabra ociosa" significa simplemente improductiva. Estas son palabras que hablas, pero no crees. Por ejemplo, puedes decir: "Me muero por ver a mis nietos". Realmente no te estás muriendo, pero lo dices de todos modos para enfatizar la importancia de la relación. 

Cada vez que dices cosas que realmente no quieres decir, tu corazón empieza a entumecerse. Inconscientemente, cada palabra ociosa hace que sea un poco más difícil creer que lo que dices se hará realidad cuando lo dices en serio y realmente cuenta. 

Jesús ciertamente comprendía el poder de las palabras, y las utilizó para cambiar las cosas en el ámbito natural que le rodeaban. 

  

Marcos 11:13-14 y 20-24 dicen:   

" Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos... Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.’’ 

Casi puedo oír las inflexiones en la voz de Pedro cuando dijo: "La higuera que maldijiste se secó". Estoy seguro de que comunicaba sorpresa e incredulidad. Y cuando Jesús respondió a Pedro, probablemente no lo hizo con voz monótona. Fue más bien: "¡PEDRO! ¿QUÉ TE PASA?" Jesús estaba asombrado de su incredulidad. Le estaba diciendo: "No debería escandalizarte ver este árbol marchito. Ten fe en Dios". 

  

Luego continuó explicando que esto no se limitaba a una higuera. Utilizó un monte como ejemplo, pero creo que podría aplicarse a cualquier cosa. Él estaba dejando claro que si lo decimos con nuestras bocas y lo creemos en nuestros corazones, podemos tener lo que decimos. 

También dejó muy claro quién estaba calificado para usar las palabras de esta manera: Dijo, "cualquiera que diga". ¿Eres un "cualquiera"? Porque si lo eres y si respiras, entonces estás calificado, y tus palabras pueden afectar tanto al mundo natural como al espiritual. 

Jesús utilizó el verbo “decir” tres veces en el versículo 23. Estaba dejando claro que las palabras tienen poder. Pero también dijo que tuviéramos fe en Dios. Las palabras que tienen poder son palabras que están llenas de fe. Y es importante entender que la fe con la que están llenas no es tu fe humana. 

  

Gálatas 2:20 dice, 

"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí."   

Soy consciente de que la NVI dice: "fe en el hijo de Dios". Pero cuando estudias esto, se hace muy claro que está hablando de la misma fe de Dios que Él puso en ti cuando naciste de nuevo. De hecho, ni siquiera pudiste haber nacido de nuevo por tu propia fe. Romanos 10:17 dice que la fe viene por la Palabra, y 1 Pedro 1:23 dice que eres nacido de nuevo por la Palabra de Dios. 

Si ni siquiera podemos creer para salvación con nuestra fe humana, ¿cómo podríamos usarla para otras cosas como sanidad o prosperidad? Es super importante que entiendas esto. Si no sabes esto, siempre estarás buscando que otros oren por ti. Siempre pensaras que ellos tienen más fe que tú, y por eso, Dios actuará a tu favor cuando ellos oren. Esto es incorrecto, y es la razón por la que muchos cristianos buscan respuestas en el hombre en lugar de Dios. 

  

Romanos 12:3 dice, 

"Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno." (El subrayado es mío).   

Piensa en ello como si usaras un cucharón para servir la sopa. Si usas el mismo cucharón cada vez, y Dios lo hizo, cada persona recibirá la misma cantidad de sopa. Es la medida de la sopa. Tú tienes la medida de fe. Ningún creyente nacido de nuevo tiene más fe que otro; algunos simplemente hacen un mejor trabajo al apropiarse de lo que se les ha dado. 

  

Hebreos 11:1 dice: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.". Y el versículo 3 dice: "Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía." 

Esta escritura no es simbólica; Dios realmente creó todo con palabras. Ordenó la creación con su boca, y la sustancia de su fe se manifestó en lo que ahora podemos ver. La Palabra de Dios tiene un poder ilimitado. Cada palabra es como una pequeña cápsula llena de fe esperando que nosotros los creyentes la liberemos en nuestros corazones y la declaremos con nuestras bocas. 

Todo lo que vemos fue creado por palabras, y es la misma Palabra de Dios la que mantiene unido el universo (He. 1:3). Por lo tanto, todo lo que vemos responderá a las palabras llenas de fe. Tienen que responder porque las palabras son la fuerza madre. 

Proverbios 23:7 dice que como piensas en tu corazón, así eres; y Lucas 6:45 dice que lo que hablas sale de la abundancia de tu corazón. En otras palabras, la forma en que piensas controla la forma en que hablas. Y si entiendes que tus palabras tienen poder, entonces entiendes porque puedes terminar colgado por tu lengua. 

La única razón por la que cada uno de nosotros no está muerto por las muchas palabras ociosas que hemos hablado es porque no hemos creído cada palabra con nuestro corazón. Gracias a Dios que nuestras palabras tienen que ser mezcladas con fe y que tenemos que creerlas de corazón. Pero esto debe ayudarnos a ver una poderosa verdad. Si creemos que nos vamos a enfermar o si creemos que siempre seremos pobres, y luego lo confesamos con la boca, obtendremos lo que creemos. 

Por otro lado, ¿qué sucede cuando tomamos las palabras llenas de fe de Dios y las plantamos en nuestros corazones, donde pueden echar raíces y crecer? Todo cambia. Ya no solo decimos: "Creo que soy sano" o "Soy próspero," sino que lo creemos y la fe de Dios es liberada a través de esas palabras. 

  

Proverbios 18:21 dice, 

"La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos". 

No solo dice vida sino también muerte. Es triste decirlo, pero la mayoría de las palabras que se comunican hoy son palabras negativas; palabras que no traen vida abundante, sino que causan más problemas.   

Anterior
Anterior

Pablo y el aguijón en la carne

Siguiente
Siguiente

El ministerio del Espíritu Santo