¿Cómo recibir un milagro? – Parte 1 

Un milagro: la intervención sobrenatural de Dios. Todos hemos necesitado un milagro en el pasado, lo necesitamos ahora o lo necesitaremos en el futuro. El problema es que la mayoría de los cristianos no saben cómo recibir un milagro de Dios. 

El mejor consejo es que no esperes a que llegue una tormenta para aprender cómo creerle a Dios por un milagro. Durante una tormenta, las emociones anularán tu fe. 

  

Es bueno aclarar la diferencia entre una bendición y un milagro. Un milagro es una intervención sobrenatural de Dios en una situación de crisis. Una bendición sigue siendo el poder de Dios, pero fluye a través de canales naturales. Las bendiciones son mejores que los milagros. Si vives tu vida de milagro en milagro, vivirás de crisis en crisis. Es mejor ser bendecido con buena salud que necesitar siempre la sanidad divina. La voluntad de Dios es que caminemos en bendición. 

  

Todos necesitamos un milagro en algún momento para simplemente poner en marcha nuestra fe. Si no fuera por los milagros, no creceríamos hasta el punto de poder caminar en las bendiciones de Dios. La mayoría de los cristianos creen que Dios hace milagros, pero simplemente creer que Dios puede hacerlo no es suficiente. Debes saber cómo recibirlo. 

  

Muchos cristianos solo desean y esperan que suceda. Piensan que no hay manera de apropiarse de los milagros y hacer que sucedan. Eso no es lo que enseña la Biblia. 

  

Dios es predecible y ordenado. Él no hace una cosa en cierto momento y algo diferente en otro momento. Dios creó este mundo y todo lo físico que nos rodea, y el mundo físico es ordenado. Dios es el mismo ayer, hoy y siempre; Él es fiel para siempre. 

  

La fe se rige por leyes. Romanos 3:27 dice: "¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe". El reino de Dios opera bajo la ley. Es consistente. Cuando alguien muere debido a la ley de la gravedad, mucha gente se pregunta: ¿por qué Dios hizo eso? Él no lo hizo, pero hay leyes que Él dejo establecidas. 

  

La gravedad dice que si saltas de un edificio, morirás. Si cooperas con las leyes de Dios, estarás bien. Si ignoras esas leyes, puedes ser asesinado por las mismas leyes que el destinó para tu bien. Es lo mismo con las leyes espirituales de Dios. 

  

Entonces, ¿cómo recibes un milagro de Dios? Primero, debes reconocer que los milagros no ocurren al azar (por casualidad). Tú puedes provocar un milagro. Si aprendes las leyes de Dios y cómo funcionan, los milagros ocurrirán. No estoy diciendo que puedas apretar un botón y que Dios aparezca o que puedas hacer que Dios haga lo que tú quieras. Estoy diciendo que Dios está dispuesto todo el tiempo; y en cualquier momento que tú actives su poder en tus circunstancias, podrás ver el poder de Dios operar. Dios siempre está queriendo moverse a tu favor. Dios está de tu lado, Él es un Dios bueno. 

  

El deseo de Dios es que prosperes (Sal. 35:27). La voluntad de Dios es que estés sano (3 Jn. 2). La voluntad de Dios es que estés encima y no debajo (Dt. 28:13). 

  

Tú eres quien controla el poder de Dios en tu vida. Dios no lo hace. Es el poder de Dios y su habilidad, pero depende de ti. La Escritura dice en Efesios 3:20: "Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros". Mucha gente omite esa última frase: "según el poder que actúa en nosotros". Si no hay poder en ti, puedes detener la intervención de Dios en tu vida. Dios ha elegido nunca infringir tu voluntad. Él ha elegido fluir a través de ti. Satanás no puede detener el poder de Dios, pero tú sí. Dios quiere que tengas un milagro, pero tienes que dejar de esperar y empezar a creer. 

  

El milagro más importante de la Biblia es el nacimiento virginal de Jesús. Dios vino y vivió en un cuerpo físico. ¡Eso sí que es un milagro! El relato se encuentra en Lucas capítulo 1. 

  

El ángel vino y le hablo a María de este milagro. El milagro ocurrió cuando María respondió (en el versículo 38): "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra". Cuando Dios crea, Él habla a la existencia mediante su Palabra. 

  

Dios hizo todos sus milagros por la Palabra hablada. En Génesis, Él creó el mundo por la Palabra hablada. Hebreos 11 nos dice: "Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía". El punto más importante es que tus palabras están involucradas en tu milagro. 

 

Muchos cristianos ponen la oración por encima de todo y creen que si oras, sucederá. La oración es como el agua o el fertilizante que se pone sobre la semilla sembrada. Pero, sin plantar una semilla, regar es inútil. Si Dios se moviera por la necesidad, la necesidad de cada persona sería satisfecha inmediatamente. Incluso, aquellos en las peores situaciones tendrían sus necesidades cubiertas al momento. Pero sabemos que eso no es verdad. 

  

Hay que plantar una semilla, que es la Palabra de Dios. 1a de Pedro 1:23 dice: "Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre". Nacemos de nuevo de semilla incorruptible: la Palabra de Dios. La palabra "semilla" en esta escritura significa ‘esperma’. Nacemos de una unión sobrenatural y de la semilla de la Palabra de Dios. 

  

Los agricultores creen que si plantas trigo, obtienes trigo. Si plantas maíz, obtienes maíz. No lo cuestionan, porque son leyes. Todo el mundo está de acuerdo con eso en lo natural; pero cuando se trata de cosas espirituales, la mayoría de la gente no lo cree así. 

  

La verdad es que, si tú no estás cosechando lo que la Palabra de Dios dice, no has plantado lo que la Palabra de Dios dice que plantes. Cosechas lo que siembras. Si la Palabra de Dios es primordial en tu vida, vas a obtener los resultados de la Palabra de Dios. Eso no significa que Satanás no peleará contra ti y no tendrás problemas. El resultado final será que tendrás lo que la Palabra de Dios dice. Satanás puede pelear contra ti, pero tú vas a ganar. Muchos de nosotros sabemos esto intelectualmente, pero en nuestros corazones, hay temor o duda. No tenemos la confianza absoluta que la Palabra de Dios va a prevalecer en nuestras vidas. 

  

Romanos 8:6 dice: "Porque el ocuparse de la carne es muerte; pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz". Si todo lo que piensas es en la Palabra de Dios, eso es todo lo que obtendrás. Puede que no estés pensando: “Quiero estar enfermo”, pero tu pensamiento ha estado enfocado en la enfermedad. Proverbios 4:22 nos dice que la Palabra de Dios es "vida a los que la hallan, y medicina a todo su cuerpo". 

  

Cuando Dios quiso traer a Jesús a la tierra, no pudo simplemente crear a Jesús. Dios dio toda la autoridad sobre la tierra al hombre. Dios no gobernó directamente sobre los asuntos de la tierra. Después que el hombre entregó su autoridad y arruinó su relación con Dios, Él no podía venir y simplemente intervenir. Tuvo que trabajar por medio del hombre. Dios estaba buscando un hombre por medio del cual fluir, pero no pudo encontrarlo; así que tuvo que venir Él mismo (Is. 59:16). En el nacimiento virginal, la Palabra de Dios fue la semilla, y el resto del nacimiento fue natural. Dios hizo que ese milagro existiera. 

  

Creo que cada uno de nosotros tiene un ‘vientre espiritual’ donde la Palabra de Dios entra, germina, y concebimos un milagro. A veces puedes recibir un milagro como un regalo por medio de la fe de otra persona; pero no debes depender de otras personas; Dios quiere que seas capaz de concebir un milagro por ti mismo. Medita en la Palabra día y noche, y quedarás embarazado espiritualmente, y darás fruto. 

  

Es imposible tener un milagro sin sembrar la Palabra de Dios. Recuerdo a un agricultor que pensó que podía burlar las leyes de Dios. El esperó para plantar trigo hasta que el trigo de todos los demás estaba casi listo para cosecharse. Sembró $100,000 dólares en trigo el mes antes de la cosecha; y cuando la tierra no produjo nada y él perdió su dinero, vino a buscarme y quería que orara por él y su campo. Le dije que las cosas no funcionaban así. No se siembra esperando una cosecha inmediata. Algunos de nosotros no tenemos la semilla plantada en nosotros, pero queremos los resultados de inmediato, queremos ver la cosecha. Hay un tiempo de siembra y un tiempo de cosecha (Ga. 6:9). 

  

Creer en Dios no es un proceso causal que se produzca de manera natural. Necesitamos renovar nuestras mentes de manera intencional. La Palabra de Dios es el paso más importante para recibir un milagro. Romanos 10:17 dice: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios". No puedes simplemente ‘conocer’ la Palabra intelectualmente. Debes meditar en ella para que cobre vida y se active en tu interior. La mayoría de nosotros no meditamos en la Palabra como deberíamos. Estamos ocupados y no apartamos tiempo para la Palabra, y luego nos enojamos con Dios cuando no recibimos nuestro milagro. Eso es tan absurdo como el hombre que no plantó su semilla, pero se molestó cuando no recibió una cosecha. 

  

Si la Palabra de Dios es plantada en tu corazón, recibirás la cosecha de lo que sembraste. Los sentimientos y emociones no tienen nada que ver con este proceso, porque es la Palabra de Dios quien producirá el milagro que necesitas. 

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